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Paseando entre antiguas minas
Disclaimer Abril 2007
En la presente página pretendo mostrar la naturaleza del paisaje de la zona donde aparecen las areniscas triásicas, que forma un arco rocoso que rodea las actuales instalaciones deportivas "El Oasis" de la Sagrada Familia. Paisajísticamente es una zona muy afortunada, por el agradable contraste entre las areniscas rojas y verdosas y la masa oscura del pinar. Incluso estando allí todavía es fácil encontrar vistas en las que no aparece ni una sóla construcción humana; ya veremos cuanto dura.
Vista de la ciudad desde el antiguo emplazamiento de las minas "Elisita" y "Las Marianas"
La fotografía anterior nos muestra una vista de la ciudad, vista desde el paraje conocido como "La Cuerda". Como se puede apreciar, nos encontramos al sur este del castillo, que aparece al fondo.
En las laderas del monte hay una curiosa roca excavada, creo que con un fin utilitario. Consiste únicamente en un semicírculo, en torno a 1,3 m de diámetro.
Esta vista demuestra que la excavación no es fruto de una erosión natural. Sin embargo, sospecho que el círculo se cerraba antiguamente y que un desprendimiento lo mutiló por estar demasiado cerca del borde de la roca; las rocas desprendidas se conservan y a juzgar por su aspecto, debió de ocurrir hace muchooossss... años. Entre otras posibilidades, podría tratarse de la huella dejada tras la extracción de una piedra para muela de molino, aunque sorprende su lejanía de las canteras conocidas.
En sus cercanías se encuentran algunas rocas que podrían consistir en asfalto mezclado con arena. Su consistencia es muy dura y se encuentran muy fragmentadas.
En los alrededores existe algún ejemplar de una roca en forma de estrato plano, con una matriz negra en la que destacan claramente granos gruesos de cuarzo |
En las cercanías del cerro de las Peñuelas de Arriba (zona del antiguo molino de viento, hoy conocido como "El Polvorín"), esto es, más cercano a la ciudad, existen un par de estructuras excavadas rupestres. Aparentan ser la planta de algo, claramente compartimentado y la única característica que comparten con la construcción de "La Cuerda" antes mencionada sería una estructura semicircular en un extremo. Ambas están orientadas en el eje norte-sur, pero si atendemos a dicha estructura semicircular, su colocación sería una invertida con respecto a la otra. Su superficie no está perfectamente nivelada, como habría sido el caso si fuese el suelo de una vivienda rupestre; aparecen hendiduras en los laterales como puntos de sujección para una estructura encastrable. Haciendo un símil arquitectónico: si se tratasen de edificios a escala, tendrían dos "naves", estando la más larga presidida por un "ábside".
Las estructuras se encuentra en una de las zonas donde más abundantes han sido las demarcaciones de minas. De las que tratamos en este estudio, datadas entre la segunda mitad del siglo XIX y el primer cuarto del siglo XX, hay varias que ocupaban en mayor o menor medida dicho paraje. Entre ellas tendremos las minas "Hipólita" (1872), "El Porvenir" (1873), "San Antonio" (1896) y "Sigüenza" (1905).
Planta aproximada de las improntas talladas en el suelo.Ambas están situadas en la ladera este del monte coronado por el molino conocido popularmente como "El Polvorín", estando separadas unos 500 m una de la otra. |
La estructura, vista desde el norte | Vista de la ciudad desde la estructura, para apreciar la proximidad con ésta |
En sus cercanías aparece algún resto de lo que aparenta ser arena impregnada de asfalto, en capas gruesas que todavía conservan cierta flexibilidad. A continuación muestro un par de fragmentos y la vista en detalle del mayor de ellos.
Dos fragmentos de lo que aparentan ser pegotes de asfalto mezclados con una arena de granulometría gruesa |
Detalle del fragmento anterior, donde se aprecia la zona recubierta por una capa de asfalto |
La estructura, vista desde el oeste |
Tanto la similar estructura de las improntas talladas en la roca, como por la presencia de escorias y restos de asfalto en los alrededores, invitan a suponer suponer que se trata de sendos emplazamientos de artilugios para la destilación seca de rocas bituminíferas, consistentes posiblemente en una retorta y elementos complementarios para la recogida selectiva de condensados. Las improntas dejadas en la roca serían los intentos realizados por los explotadores de las minas en habilitar una superficie lo suficientemente plana y estable como para emplazar el ingenio extractivo con seguridad en el lateral de la montaña, muy irregular y con pronunciada pendiente.
Vista de la zona de las Peñuelas desde La Raposera |
En esta zona también aparecen construcciones rupestres, pero de distinta índole que las de Las Peñuelas. Son construcciones enteras realizadas tallando y vaciando una roca de grandes dimensiones para darle la forma apetecida. La más llamativa ha sido empleada como refugio para ganado hasta fechas relativamente recientes, dotándola de un cerramiento de fábrica para ello, hoy derruido. Presenta un ventano con reminiscencias románicas y una estructura exterior que parece imitar un ábside cuadrangular, con contrafuertes en sus esquinas. Igualmente se le ha dotado de un saliente a modo de bancada que permitiría sentarse en torno al supuesto "ábside" de la construcción. Aparenta ser un viejo abrigo de piedra reacondicionado sin una finalidad clara.
Distintas vistas de la construcción rupestre |
Una peculiaridad del cerro donde se asienta el molino conocido como "El Polvorín" es que en su ladera este y en las cercanías de la estructura antes descrita, es fácil localizar pequeños fragmentos de escorias metálicas, fácilmente imantables, de textura casi vítrea, llena de vacuolas. Esta circunstancia ya era caracterísitica del lugar en la década de 1970, cuando la zona estaba casi pristina. En la actualidad el cerro está terriblemente degradado por escombreras-basureros en su ladera oeste (la que en principio tendría que ser más fotogénica), pero sin embargo esta circunstancia no se da todavía en su ladera opuesta. Allí todavía es posible mirar el suelo y encontrar relativamente pocos rastros de actividad humana.
Vista de caras opuestas de fragmento de escoria metálica. Longitud 29 mm |
Asociados a dichas escorias pero en proporción mucho más minoritaria suelen aparecer fragmentos de lo que aparentan ser elementos de sujección metálicos. Uno de ellos es un clavo, realizado a forja, de sección muy estrecha y plana.
Clavo de reducidas dimensiones. Longitud total: 30 mm |
Si paseamos por el antiguo "distrito minero" de Sigüenza, nos podemos encontrar todavía hoy con restos de unas curiosas construcciones que "casualmente" coinciden en su colocación. Nos referimos a los dos molinos de viento de los que se conserva noticia.
Restos del Molino de La Raposera | Vista de la cara sur del Molino de Las Peñuelas |
A juzgar por la impronta que dejaron en el suelo sus cimientos, el Molino de La Raposera debía de ser de construcción muy similar que la del Molino de las Peñuelas, pero de mayores dimensiones. Ya hemos mencionado que el Molino de Las Peñuelas fue readaptado como depósito de explosivos para uso minero. En el caso del Molino de La Raposera, posiblemente se encontrase que estaba situado demasiado cerca de la población como para almacenar explosivos en su interior, y se optó por una construcción nueva, situada fuera de la vista de la ciudad y lo más alejada posible, en el borde mismo del barranco del Vado.
La coexistencia de molinos de viento y de polvorines en Sigüenza está atestiguada en una fecha tan temprana como 1863, unos cuatro años después de las referencias de Pascual Madoz a la existencia de antiguas minas de carbón en el término. Así, en un primitivo catastro de fincas rústicas que data de dicho año, encontramos que Antonio Andrés tiene una tierra en el Molino de Viento, al igual que Lucas Casado y Pedro Domínguez, mientras que Florentino Juberías la poseía en los Polvorines [Amillaramiento Sigüenza. Año 1863. Sección Hacienda. Libro 309. Archivo Histórico Provincial de Guadalajara]. Con el tiempo los molinos de viento desaparecerían y los polvorines les sobrevivirían algo más, hasta desaparecer en fechas relativamente recientes.
Restos de un polvorín situado en los términos de las antiguas minas en La Raposera. Tenemos la noticia [1] de que a dicho polvorín se le conocía como el de Carmelo Lafuente en 1936 |
La coincidencia de posicionamiento de los molinos y las minas puede ser enteramente casual. Al levantarse los molinos, los constructores debieron considerar dichos emplazamientos óptimos para el aprovechamiento de los vientos y situados a una distancia razonable de la ciudad. Posiblemente daten de finales del siglo XVIII, cuando una prolongada sequía hizo insuficientes los molinos hidráulicos, coincidiendo a su vez con una expansión de la agricultura que demandaba mayor capacidad de molienda. No obstante, de los cerros que rodean la ciudad (y son muchos) se da la casualidad de que únicamente se ha confirmado su existencia en aquellos que fueron los puntos neurálgicos de prospecciones mineras menos de un siglo más tarde. Ello da pie a sospechar que quizás tuviesen un fin no enteramente agrícola, sino industrial, cuyos detalles desconocemos.
Soy consciente de los peligros que conlleva el realizar reconocimientos sobre el terreno en zonas muy cercanas a una ciudad, donde la presión humana se hace sentir cada vez con mayor intensidad. Generalmente eso se traduce en basuras, restos del botellón de la noche anterior, etc, pero también hay otro tipo de "contaminación", mucho más sutil: la cultural. Es el caso de objetos que consciente o inconscientemente alteran el contexto. Pongamos un ejemplo para clarificar el punto con el que quiero despedirme de este recorrido que espero haya resultado agradable al amable lector. Hasta otra.
Bajorrelieve existente en una cantera en las cercanías
del abrigo rocoso conocido como "Cueva Mohosa". Aparentemente
está escrito en sánscrito, que en caracteres latinos se
lee como: OM MANI PADME HUM lo cual resulta ser un mantra tibetano. ¿Curioso, eh? Imagen cortesía de Ernesto Alcolea |
[1] Abril. Semanario antifascista. Guadalajara, 18 de Julio de 1936
La noche anterior del atentado los fascistas realizaron un robo en el polvorín de D. Carmelo Lafuente, enclavado en las proximidades del Cementerio, llevándose 100 kg de pólvora de minas y dinamita. Para penetrar en él limaron el candado y se llevaron tranquilamente los explosivos.
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