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La salida del Hospicio

Retrato de una huérfana veneciana del siglo XVI, con ropa sencilla y cofia, sosteniendo un breviario y rosario en cada mano

Retrato de huérfana del siglo XVI. Xilografía de Cesare Vecellio, en De gli habiti antichi et moderni di diverse parti del mondo, Venecia, Damiano Zenaro, 1590

Tanto para los gestores del Hospicio como para sus huéspedes, la búsqueda de vías de integración de éstos últimos en la sociedad era una aspiración constante. Los ingresados habían sido salvados de un destino como poco incierto, si es que no manifiestamente fatal. De todos modos, el Hospicio era una solución temporal, mientras se resolvía su reincorporación a la sociedad. Así, aunque se les mantenía ocupados en trabajos relacionados con algún "mercado cautivo" -tal como las vagas referencias a la fabricación en serie de aras de altar a principios del s. XVII- estaba claro que éstos no podían permanecer indefinidamente en las instalaciones del Hospicio. Todavía no se había implantado la política del siglo XVIII de convertir los hospicios en centros fabriles, forzando asimismo a los indigentes a ingresar en ellos. En esta etapa anterior, los fines que se perseguían eran mas sencillos, resumiéndose en la siguiente frase:

que el dicho espital se le hace se curan, crian y alimentan los dhos niños asta que son de hedad para ponellos a oficio a causa de lo qual...[1](escritura de donación de Ambrosio García, clérigo, a 9 de mayo de 1615)

Hay que consignar aquí la dificultad que ofrecen los libros de cuentas conservados, extractos de otros mucho mas detallados que hoy se han perdido. Según el criterio del que elabora el resumen, las partidas aparecen con mayor o menor detalle, o son enteramente absorbidas por otras. Igualmente con el paso del tiempo los diversos epígrafes van variando, aunque tenemos motivos para sospechar que responden básicamente a los mismos conceptos. Así los gastos de formación y colocación de los internos son escasamente reflejados, dependiendo del interés del contable en consignarlos o no.

Los 7 años de edad, claves

Una de las misiones del hospicio era la incorporación de los jóvenes allí ingresados en el mercado laboral de la época, con oficios manuales para los chicos y asistencia doméstica para las chicas. También por supuesto se producían adopciones, aunque algunas teñidas por intereses económicos. El momento más propicio para la adopción era aquel en que un bebé era llevado a un domicilio particular para que lo criasen, pues delegados del Hospicio recorrían las poblaciones vecinas ofreciendo dinero a cambio del cuidado de los niños. Aunque muchas aceptaban a cambio de la remuneración ofrecida y luego reintegraban al niño, no era difícil que algunas familias se encariñasen de los mismos, o que parejas sin hijos los adoptasen directamente. En los libros de casamientos, a medida que va avanzando el tiempo, se empieza a incorporar información valiosa para nosotros, como cuando uno de los contrayentes había sido adoptado de pequeño. En estos casos nunca se emplean los términos adoptado o prohijado: simplemente que fueron criados desde corta edad por los padres que figuran en el acta.

Según un tratado de práctica procesal del s. XVI ([2], folio 208 vto)

Pratica como prohijan a uno por hijo, o nieto de otro, para que sea su heredero

En dos maneras consiste el prohijamiento de los que son prohijados por otros, para que queden sus bienes, recibiendo al tal por hijo, o nieto, o visnieto, aquel que no lo es claramente por naturaleza carnal.

La una manera es, no teniendo padre el que ha de ser prohijado, o teniendolo, esta fuera de su poder, y quiere entrar en poder del que le quiere prohijar, y esta se llama propiamente arrogacion, y este tal ha de ser hecho, por pregunta del Rey, entiendese del juez, preguntandole si quiere ser prohijado por fulano que esta presente. Y el dicho fulano si quiere rescebirle por su hijo, con todos sus bienes, y que entrambos respondan cada uno que si, y el Rey responda, yo lo otorgo, y devele dar carta de ello. Y el tal prohijado ha de ser mayor de siete años, porque tenga entendimiento para ello. Pero el prohijador que ansi le rescibe, ha de ser de diez y ocho años, mayor que el prohijado, y que no sea frio, ni enechizado, ni castrado. Pero podriase prohijar con licencia del Rey.

Si tenemos en cuenta la cifra de los 7 años como edad mínima para poder expresar consentimiento a una eventual adopción y el hecho de que de las muertes consignadas aquel que muestra una mayor supervivencia muere a los 6,3 años de producido su ingreso (el niño al quien alguien tuvo la ocurrencia de ponerle por nombre Juan Me Llamo, ingresado el 7 de marzo de 1677), tendremos una indicación de que a partir de los siete años los internos ya no permanecían en el Hospicio. En las anotaciones [4] correspondientes a ingresos en el Hospital de San Mateo -que estaba puerta con puerta- el único caso donde se menciona la edad del expósito es de 7 años, un tal Francisco, que quizás se corresponda con otro del mismo nombre que ingresó en el hospicio el 10 de septiembre de 1680. Aunque como siempre, hay excepciones.

En 26 (de enero de 1687) entro enfermo francisco de san matheo del ospital de 7 años

Llegados a dicha edad, los niños podían ser prohijados por aquellas familias que los hubiesen acogido hasta entonces a sueldo del hospicio, o bien les buscarían un oficio mediante un contrato de aprendizaje, que en la práctica hacía que el niño/niña pasase a vivir con su maestro/empresario y a cargo de éste hasta la finalización de su contrato. Dichos contratos se firmaban por largos periodos de tiempo, de modo que terminaban cuando los muchachos alcanzaban la veintena de años aproximadamente, de modo que los profesionales contratantes ganaban un aprendiz/ayudante por un largo periodo de tiempo, corriendo todos los gastos a su costa. De este modo el Hospicio transfería los gastos de manutención del mismo al contratista, que se veía compensado por el trabajo del aprendiz por un lapso de tiempo bastante superior al estipulado en otros contratos de aprendizaje, quizás para compensar la temprana edad del niño, que haría que tardase unos años en ser productivo.

Año Título apunte Texto
1567 Escrituras Ytem 1669 mrs que gastó en escribanos y ... de 15 escrituras de censos y arrendamientos y prohijamientos
1568 Damián, sastre Ytem dos ducados que pagó a Damián, sastre, para que enseñe el oficio de sastre a Antoñico que vivió en el hospital
A Cuevas Ytem otros dos ducados que pagó a Miguel de Cuevas, sastre, para que mostrase el oficio a otro muchacho del hospital
1601 prohijamientos Ytem 68 mrs que paresció haber gastado en dos prohijamientos
prohijamiento Ytem 3 ducados que pago a Gerónimo de Cercadillo que prohijó a Fabián, niño expósito
vestir una niña Ytem 544 mrs que paresció haber gastado en vestir una niña que prohijó Cristóbal Lagúnez
1605 niño prohijado Ytem quatro ducados que pago a Diego Lopez de Serral de Pa. ayuda a enseñarle officio a un niño que prohijo
1669 prohijar niños Ytem 275 reales que ha pagado en prohijar cuatro niños y abrir otro, como consta de las escrituras y su memorial
1670 prohijar niños Ytem 354 reales que han gastado en prohijar siete niños, como constó del memorial del señor administrador

Como podemos apreciar, los apuntes aparentan ser muy poco sistemáticos, por rachas. Un contable decide pormenorizarlos, mientras que otro los ignora completamente. Se aprecia como el hospital becaba a sus internos para que se colocasen de aprendices en las industrias locales. En algunos casos se especifica que se trata de un prohijamiento (adopción), siendo en estos casos la subvención mayor. En los casos en que se especifica que es para enseñar una profesión al chico, el empleador se comprometía a hospedar al aprendiz en su casa, alimentarlo y vestirlo, a cambio de sus servicios, durante un periodo de tiempo generalmente cifrado en 4 años. Finalizado dicho periodo, se comprometía a otorgar al aprendiz la titulación necesaria para poder desempeñar el oficio. Como podemos ver, todos resultaban beneficiados en estos contratos:

Para ver detalladamente consignadas las obligaciones que contraían las partes en este tipo de relaciones tenemos un ejemplo de contrato de aprendiz de la época aunque el aspirante a aprendiz no fue expósito en dicho caso. Aunque pocos, todos los años se firmaban un par de contratos con expósitos; aquí recojo algunos siglo XVI y del XVII.

Salidas laborales para los chicos

En los libros de contabilidad aparecen esporádicamente y de un modo completamente arbitrario apuntes sobre la formación profesional que se procuraba a los internos de sexo masculino. La intención para ambos sexos era proporcionarles unos medios de vida que les permitiesen ganarse el pan, cuando no disponían de una familia que les pudiese prestar algún apoyo económico para ello. Lo que no se deseaba bajo ningún concepto es que pasasen a ingresar las ya abultadas filas de jóvenes delincuentes de la época, que tan colorista huella han dejado en la literatura y en el arte, pero que sin duda suponían un serio problema social.

Hombre joven representado emborrachándose en una fiesta, en la cual mujeres jóvenes le seducen mientras que una vieja mira satisfecha
Jan Sanders van Hemessen, El Hijo Pródigo, 1536, Musées Royaux des Beaux-Arts, Bruselas

La pista de estos niños/niñas que entran al servicio de familias dentro y fuera de Sigüenza se pierde, excepto en contados casos, tal como el siguiente apunte de un ingreso[4] en el Hospital de San Mateo en el año de 1685:

En 3 (septiembre de 1685) entró enfermo Pedro expósito soltero servía en Cercadillo. Murió a 7 de este mes.

El Niño Jesús y San José representados como un carpintero y su hijo, que ayuda a su padre sosteniéndole una vela encendida

Georges de la Tour, Cristo en la carpintería, 1645, Musée du Louvre, París
De Salomon dizen los Proverbios que fabricó una Casa o Academia, que era Castillo juntamente. Asi lo dize Pineda, fuera de que el mismo texto lo insinua, quando combidando Salomón con el con esta Casa, dize, que vengan a las Almenas y al Castillo de la cidad. Lo propio hizo nuestro gran Prelado*: no solo porque con tantos Estudiantes Pagecitos**, con tantas Conferencias, y Conclusiones (eran continuas en viniendo del Curso, asignadas por dias y sugetos) parecia una Vniversidad muy numerosa la Fortaleza y Castillo de su habitación; si no porque este su Ilustre Seminario, despues de ser Casa de estudios, tambien tiene por uno de sus lienços las Almenas y Murallas de Siguença, como allá la otra Academia a las de Jerusalem. Constituciones del Seminario[3], folio 3.

*en referencia a Bartolomé Santos de Risoba, obispo desde 1650 a 1657

** según el mismo texto nos informa, dicho obispo tenía 63 pajes a su servicio, sin mas fin, que el de enseñarlos y crialos bien; para lo qual enbiava a las Vniversidades de Alcala y Salamanca quarenta cada Curso; y a los demas con quienes se quedava en su servicio, hazia que en su Palacio les enseñasen Gramatica en este medio tiempo, para poder ir al año siguiente a la Vniversidad, como los otros, a oir la facultad de su eleccion.

Los expósitos tenían un importante impedimento para su integración a la sociedad: su posible condición de ilegítimos les vetaba el acceso a buen número de profesiones consideradas "superiores" (letrados, médicos, funcionarios, eclesiásticos, etc.). Así, en los formularios de admisión a numerosas profesiones se había logrado imponer en el siglo XVI el requisito de limpieza de sangre por determinados grupos de presión (hidalgos, "vizcaínos", etc.), que excluían de dicho modo a posibles competidores que no tuviesen el pedigree humano del que ellos alardeaban. Se vivía una época obsesionada por el pasado, las raíces, la heráldica, poblándose de blasones las fachadas de las casas. Aunque esta limpieza prevenía en principio sólo contra aquellos que descendieren de alguna manera de "judíos, moros, conversos y herejes", en la práctica requería tener un árbol genealógico traceable durante unas cuantas generaciones atrás y ésto no lo podían cumplir de ninguna manera los expósitos. Aunque siguiendo la tradición española largamente establecida muchas veces se hacía la vista gorda y muchos lograban evitar las restricciones, habrá que esperar hasta el siglo XVIII para que poco a poco se vayan eliminando tan injustas disposiciones.

También condicionaba el futuro de los expósitos su carácter ambivalente, tanto de carga para la sociedad, como de recurso humano disponible. Así, los que procuraban su integración en la sociedad hacían hincapié en los beneficios que podían aportar a ésta, en una época de declive demográfico como el siglo XVII, donde había escasez de mano de obra y el desempeño de oficios manuales era menospreciado (para el acceso al Cabildo seguntino se consideraba impedimento descender de trabajador manual). En diversas pragmáticas reales del siglo XVII se establecieron medidas referentes a los expósitos, imponiendo la obligatoriedad de incluir en los testamentos de la gente rica mandas a favor de huérfanos y doncellas pobres, así como de educarlos en oficios manuales, como en el siguiente fragmento se recoge (Real Pragmática de 1623):

Mandamos que no se pueda aver estudios de Grammatica en los Hospitales donde se crian los Niños Expositos y desamparados; y que los Administradores y superintendentes tengan cuydado de aplicarlos a otras Artes y particularmente al exercicio de la marineria, en que serán muy utiles, por la falta que ay en este Reyno de Pilotos [5, página 51]

Salidas laborales para las chicas

Para el caso de las chicas, únicamente está recogido explícitamente un apoyo económico en los libros de cuentas, y bajo el epígrafe equívoco de "vestir una niña" (año 1601). Contrato de prohijamiento como tal únicamente he encontrado uno de 1693, frente a seis de chicos para el mismo periodo. Sin embargo, el escasísimo registro de colocaciones tanto de chicos como de chicas hace que la estadística no sea representativa, por lo que podemos suponer que ambos colectivos estaban apoyados de un modo semejante. En el caso de "vestir niñas" quizás se trate de subsidiar su entrada a formar parte del servicio doméstico en régimen de interna en casas particulares, con un incentivo económico que en 1601 suponía la mitad de la cantidad ofrecida para la colocación de los chicos. En el caso de los prohijamientos dicha diferencia se suavizaba, subiendo hasta las tres cuartas partes de la subvención.

Cuadro en la cual una muchacha se entretiene realizando un bordado mientras que a su lado hay un niño sentado en una trona, cuberta su cabeza por una chichonera

Nicolaes Maes, La bordadora (circa 1650)
Metropolitan Museum of Art, New York

Para las niñas, las convenciones sociales de la época las restringían al desempeño de profesiones consideradas "honestas", que para ellas se reducían a servir en domicilios particulares y poco más. Mientras, con el dinero que ahorrasen podrían ir preparándose una dote, condición casi indispensable en aquellos tiempos para aspirar al matrimonio. En estos casos la tentación de buscarse alternativas fáciles (léase prostitución) era muy fuerte, por lo que se procuraba disponer de "ayudas para el matrimonio" para "dotar doncellas pobres o huérfanas", pues aunque ahora nos pueda sonar a pitorreo, para algunas de éstas jóvenes suponía la diferencia entre todo y nada.

Escena velazqueña en la cual una mujer vieja aparenta regañar a una joven que se encuentra ocupada majando ajos y guindillas en un almirez, en una mesa que constituye un sobresaliente bodegón. La joven mira al espectador con tristeza en sus ojos
Diego de Silva Velázquez, Cristo en casa de Marta y María, 1620, National Gallery, Londres

El hospital como centro de trabajo

Los ingresos[4] en el hospital de San Mateo nos ofrecen entradas con una relación clara con el complejo hospitalario, pero curiosamente especifican menos datos respecto al ingresado que cuando se trata de alguien "que no es de la casa". Así suelen omitir un dato importante, cual es la edad del ingresado. En el caso de mujeres a veces se especifica la función que desempeña en el hospital/hospicio, mas allá de consignar mecánicamente "del hospital". Así tendremos amas, hospitaleras, criadas, mozas.. etc, esto es, personal que desempeñaba algún cometido laboral en el complejo hospitalario. En el caso de los hombres curiosamente se omite el puesto que desempeñan, pero que posiblemente podríamos asimilar a los enfermeros y celadores actuales. Veamos algunas de estas entradas:

En 20 de marzo de 1706 entró enferma en este hospital de San Mateo María, expósita del mismo hospital. Salió en 8 de junio de 1706
En dicho día (28 de septiembre de 1680) entró enferma Francisca Jacinto del hospital de 18 años
En 14 (de diciembre de 1680) entró enferma María Monje criada del hospital
En 18 (febrero 1681) cayó enferma Agueda del Moral ama del hospital. Murió a 2 de septiembre de 1681
En 3 (octubre 1681) enfermó Francisco Jacobe deste hospital de 13 años
En 8 (noviembre 1681) entró enferma María Sardina ama del hospital. Murió a 27 de enero de 1682
En 26 (noviembre 1681) entró enfermo Juan Romero de Sigüenza del hospital soltero de 18 años. Murió a 6 de diciembre
En 5 (mayo) entró enferma una muchacha del hospital que se llama Ana de 12 años
En 17 (agosto 1683) entró enfermo Mateo Miguel del hospital de 20 años soltero
Este día (26 agosto 1683) entró enfermo Francisco Jacobo de Sigüenza del hospital de 12 años
En 31 (octubre 1683) entró enferma Ana de Ramos moza del hospital
En 23 (febrero 1684) una muchacha que dice se llama Francisca y dice ser hospitalera
En 27 (octubre 1686) entró enfermo Andrés Sanz hijo deste hospital
En 26 (enero 1687) entró enfermo Francisco de San Mateo del hospital de 7 años
En 20 de septiembre (1687) entró Joseph hijo del hospital mozo soltero vecino de Sigüenza

Podemos interpretar algunos de los datos anteriores como que el propio complejo hospitalario constituía una salida laboral en la que varios de los expósitos (los "hijos" del hospital) desempeñaban diversos trabajos, desde los 7 años hasta 20 años el de mayor edad. Si se independizaban se les identificaba igualmente como "[fulano] del hospital", pero añadiendo el término "vecino". De las edades consignadas para estas "hijos" o "hijas" del hospital Francisca Jacinto (1680, 18 años), Francisco Jacobe (1680, 13 años), Juan Romero (1681, 18 años), Ana (1683, 12 años), Mateo Miguel (1683, 20 años), Francisco Jacobo (1683, 12 años), Paula (1684, 19 años), Francisco de San Mateo (1687, 7 años). El único que delata indiscutiblemente su carácter de expósito es Francisco de San Mateo, por su apellido, que denota que fue entregado sin cédula y se le asignó nombre en el hospicio. Sin embargo, la gran mayoría (un 80%) recibían los nombres reales o imaginarios consignados en la cédula que les acompañaba. En esta contabilidad curiosamente no entraban los menores de 7 años, quizás porque a partir de dicha edad se les consideraba "dotados de entendimiento" y se les pasaba a atender médicamente en el hospital y no en el hospicio como hasta entonces. Apoyaría esta tesis el hecho de que los honorarios de médicos, cirujanos y medicinas se consignasen por separado para el hospicio y el hospital.

Como ya sabemos, estos oficios estaban mal pagados, pero a cambio recibían manutención y cobros en especie, amén de unas ayudas, fruto de la relación paternalista existente[6] con los administradores:

(fol. 64) lunes veinte y ocho del mes de nobiembre de 1547. Diputados para dotar a catalina hija de la hospitalera de san matheo. Item este dicho sus mercedes cometieron y diputaron a los señores don antonio mora chantre y antonio gomez y doctor suarez para que traten sobre dotar a catalina hija de la hospitalera y que del dicho ospital de san matheo le den de dote y de lo que les paresciere doten a la dicha y para ello les dieron plena facultad y poder attento que es obra pia y sirve en el dicho ospital de san matheo

Referencias

[1] Libro Ventas y posesiones de heredades del ôpital de Sanc Matheo de Siguenza. Numero 2º. Archivo Catedral de Sigüenza

[2] Libro Practica Civil y Criminal y instruction de escrivanos: dividida en nueve tratados. Compuesta por Gabriel de Monterroso y Alvarado, natural de la ciudad de Toro. Impreso en Madrid, en casa de Francisco Sanchez. Año de 1583

[3] Constituciones del Colegio Seminario de San Bartolomé de esta ciudad de Siguenza, hechas y ordenadas por el Ilustrisimo y Reverendisimo Señor Don Bartolomé Santos de Risoba, obispo y Señor de dicha Ciudad, del Consejo de su Magestad, etc, Impresas en Madrid en la Imprenta de Antonio Román, año de 1697

[4] Libro de Difuntos. Año de 1680 hasta 1723. Signatura 72. Sección Libros y Documentos, Archivo Catedral de Sigüenza

[5] Luis Brochero, Discurso breve del uso de exponer los niños expósitos, Sevilla 1629

[6] Actas del Cabildo de Sigüenza, Tomos 29-30-31 (encuadernados conjuntamente formando el Volumen 12), Archivo Catedral de Sigüenza

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