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Al llegar a Hiendelaencina, pararemos seguramente en su agradable plaza, donde destaca la no muy favorecida silueta de su iglesia parroquial. Al entrar en el templo, raro será que no nos llamen la atención una serie de cuadros colgados en las paredes, en desigual estado de conservación, pero muy agradables a la vista. "Sería interesante indagar algo sobre ellos", puede que se pregunte el visitante.
Sin embargo, la fuente usual de información sobre el contenido de las iglesias, que suele consistir en el Archivo Parroquial, guarda silencio absoluto sobre el tema. Carece de Libro de Fábrica, aquel donde se consignaba la contabilidad de la parroquia, a través de cuyos gastos algo se podría haber deducido. Muy complicado se presenta el tema.
Sin embargo, a veces se puede encontrar información en los sitios más insospechados. Buscando, nos encontramos[1] con una descripción de Hiendelaencina realizada a finales del s. XIX (1886) por su párroco, que nos proporciona una información casi periodística, teñida de melancolía y con unas esperanzas que luego se demostrarían infundadas.
"Hiendelaencina, pueblo de 60 vecinos hasta el año de 1844, tomó desde esta época gran incremento por haber sido descubiertas sus minas, especialmente desde el 1849 al 1860. Durante estos once años, en que las minas estaban en su apogeo, el número de sus habitantes se calculaba en nueve mil, habiendo disminuido gradualmente hasta el punto de contar hoy en día 1240 almas solamente [...] En la actualidad, del gran movimiento minero, que antes tuvo, no quedan mas minas en explotación que las que pertenecen a una sociedad francesa, y las de San Martín y San Carlos, cuyos dueños son españoles; ésta última, ofrece pocas esperanzas para el porvenir, por haber sido ya explotada. En San Martín, están fijas las miradas de este distrito, y si se llegase a encontrar el filón, perdido en la mina Vascongada, a cuyo objeto tienden todos los trabajos, prometerían nuevo incremento. Respecto a las de la sociedad francesa, que son las que mas vida tienen hoy, se cree que tomarán mucho impulso, si las nuevas máquinas de aire comprimido que están montando, dan buen resultado como fuerzas motrices. En una palabra, hoy el movimiento minero en Hiendelaencina es bastante pobre, teniendo fundadas esperanzas de adquirir en lo sucesivo nueva vida; pues a pesar de lo mucho que se ha explotado la minería, falta aun mucho mas que explotar en el distrito".
Pozo de la mina "San José", situado en el paraje "El Mojonazo" de Hiendelaencina. Pulsar en la imagen para ver la acción al completo de la Sociedad Seguntina "La Mayor", año 1845 |
Sigamos con el relato del párroco. A continuación pasa a describir el templo, que en líneas generales coincide con el que podemos contemplar hoy en día.
"La Iglesia parroquial, bajo el título de Santa Cecilia, es de una sola nave ancha y dilatada, con crucero; fue construida a expensas de los fieles en 1850 y 1851 habiendo costado nueve mil duros su construcción. En 22 de Noviembre de dicho 1851, fue consagrada por el Ilmo. Señor D. Joaquín Fernández Cortina, Obispo de Sigüenza; sus altares laterales, que son cuatro, nada tienen digno de mención; el Mayor, fue trasladado desde un convento de Ayllón, siendo de notar en él, su orden raro, y la multitud de molduras que contiene".
La iglesia original del pueblo se había quedado muy pequeña para el enorme aumento de población que la localidad había experimentado en muy poco tiempo, por lo que se construyó a marchas forzadas un templo de gran sencillez arquitectónica. Asimismo se trajo la decoración de otro lugar, Ayllón (Segovia) en este caso, que en aquél entonces estaba comprendido en los límites de la Diócesis. El párroco omite que también las sociedades mineras que entonces estaban en su apogeo realizaron su aportación [3].
Vista exterior |
Nave central |
En 1929 tenemos noticias [6] sobre el interior del templo, pero además de parcas, parecen inexactas. Sus autores, hablando de Hiendelaencina, afirman lo siguiente:
Pueblo insignificante, con techos de pizarra, llegó a adquirir mucha población y su iglesia antigua era insuficiente y hubo de pensarse en otra mayor, construida de 1848 a 1851, la que no encierra nada digno de mención.
Antes de proseguir, tenemos que consignar un "percance" que sufrió la iglesia como tantas otras en 1936, consistente en la destrucción de su retablo mayor y de otros muchos destrozos, desgraciadamente poco o nada documentados [5]. Es por esto que del retablo mayor originalmente traído de Ayllón nada podemos decir, y en cambio podemos centrarnos en el actualmente existente.
Una visión igualmente curiosa y medianamente idílica de una explotación minera de mediados del siglo XIX. En 1842 la Sociedad adecuadamente llamada "El Furor Minero" era propietaria de las minas Concepción, Domus Aurea, Famosa, Esmeralda y Limosnera. |
A continuación mostramos una imagen del altar mayor, para poder apreciar que los comentarios de 1886 respecto al "orden raro" del retablo destruido los posee y supera el actual. El retablo aparenta ser de ínfima calidad, realizado expresamente para aglutinar una serie de pinturas de buena factura en un único conjunto. Seguramente se trató de una solución ad-hoc para dotar de retablo a la iglesia tras la devastación de 1936.
Retablo mayor
Sin embargo, el testimonio de 1886 prosigue: "En las paredes del templo y sacristía, penden algunos cuadros de algún valor y mérito artístico". ¿Sigue siendo de fiar el testimonio del párroco en esta ocasión? ¿También desaparecerían en el saqueo y destrucción de 1936? Estimado visitante, compruébalo tu mismo.
Una vez mostrada la colección de cuadros, en su mayoría del s. XVIII, con algún ejemplar del s. XVII, se puede concluir que forman un conjunto bastante homogéneo, francamente anterior a la obra de la iglesia construida a mediados del s. XIX. Aparentemente no se trajo de Ayllón únicamente un retablo, sino una valiosa colección de pinturas. Una posible explicación nos la proporciona Minguella [2], con el siguiente dato:
"[sobre el Convento de San Francisco de Ayllón] varias reformas hasta la última hecha por el ilustrísimo Sr. D. Fr. José García y por el Excmo. y Rmo. P. Fr. Juan de Soto, ambos Generales de la Orden, edificando dos patios interiores, uno para los Padres y otro para los colegiales, con otras obras de ampliación, solidez y embellecimiento. Hicieronse también notables reparaciones en la Iglesia, enriqueciéndola con preciosos ornamentos y cuadros de mérito; pero hoy es todo un hacinamiento de ruinas.."
Fachada convento de San Francisco en Ayllón |
Detalle fachada |
El convento aparentemente había sido ya desamortizado en 1822, o por lo menos forzado a convertir parte de sus instalaciones en un cuartel. De 1836 se conserva un inventario [3] de los pocos bienes muebles que restaban. A diferencia de lo ocurrido con otros conventos, entre ellos no encontramos ninguna referencia a cuadros ni retablos, por lo que sospecho que dado su alto valor alguien los había apartado. Un magnífico retablo, procedente de dicho convento, es actualmente el altar mayor de la parroquia de Santa María, en Ayllón.
Explicación propuesta al misterio del origen de los cuadros: el convento de San Francisco de Ayllón fue desamortizado y sus bienes vendidos. La situación coincidió con el auge minero de Hiendelaencina ("California de Europa en su tiempo", según Minguella) y la necesidad de dotarse de una iglesia que estuviese a la altura de las expectativas generadas, todo en muy poco tiempo. El templo se completó con celeridad, pasando a tener un conjunto bastante valioso aunque estilísticamente discorde entre sí y que justificaría algún juicio [6] que se nos antoja temerario. En 1936 se destruyeron intencionadamente los pocos restos que quedaban del esplendor pasado de la localidad. Pasado el temporal, se compuso malamente un retablo con las pinturas del antiguo convento y las que sobraron se colgaron en las paredes, tal y como siguen hoy en día.
[1] (anónimo) El obispado de Sigüenza, o sea, nomenclátor geográfico, descriptivo y estadístico, Zaragoza, Tipografía de Mariano Salas, 1886
[2] Toribio Minguella Historia de la Diócesis de Sigüenza y de sus Obispos, Madrid 1910. tomo II, pags. 643-644
[3] Supresión y enajenación de conventos. Años 1835-1839. Sin clasificar. Archivo Histórico Diocesano de Sigüenza.
[4] Bibiano Contreras, El país de la plata. Apuntes históricos sobre el descubrimiento de la mina Santa Cecilia, sita en Hiendelaencina, Guadalajara 1905
[5] Destruidos totalmente los altares del Santo Cristo, Virgen del Rosario y Sagrado Corazón de Jesús; y en gran parte: el mayor, dedicado a Santa Cecilia, y el del Sagrado Corazón de María. Asimismo destruidos: los dos púlpitos, los tres confesionarios, las dos pilas de agua bendita, todas las imágenes, que eran de buena talla, el órgano, toda la ropa blanca, que era bastante y de algún valor, en particular las sabanillas; los tres ternos que había: blanco, encarnado y negro, así como todos los demás ornamentos sagrados, algunos de cierto valor. Graves destrozos en el archivo parroquial. Desaparecidos: la cruz procesional y los crucifijos de altar, excepto uno; un portaviático, dos estandartes, el pendón y el palio bueno. (Aurelio de Federico Fernández, Continuación de la Historia de la Diócesis de Sigüenza y de sus Obispos, Sigüenza 1967, p. 201-202)
[6] Julián García Sáinz de Baranda y Luis Cordavias, Guía Arqueológica y de Turismo de la Provincia de Guadalajara,Guadalajara, Taller Tipográfico de la Casa de Misericordia, 1929
Ultima actualización: 25 de agosto de 2004
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