Called from/Referenciado desde: El Hospicio de Sigüenza |
Georges de la Tour, Mujer atrapando pulgas, década 1630, Musée Historique, Nancy | Bartolomé Esteban Murillo El joven mendigo, 1645, Musée du Louvre, Paris |
Al buscar los motivos para el abandono de niños en el hospicio, es fácil caer en el tópico. Todo un género de literatura decimonónica tuvo como eje está problemática, incluyendo obras como Oliver Twist. Además, es un tema sobre el cual existe una abundante bibliografía y no menor cúmulo de datos. Remito al amable lector a los mismos para profundizar en el tema.
Vista de la calle del Hospital desde cruce con calle Estrella. ¡Malditos cables! |
La actual calle de San Mateo es una calle silenciosa, apenas transitada. En ella no hay comercios, ni bares, ni los hubo en tiempos. Buena parte de la misma lo ocupa el antiguo edificio del Hospital de San Mateo, y frente a éste, un enorme lienzo de muralla. Si nos la imaginamos de noche, apenas iluminada por un par de faroles, entenderemos por qué fue el sitio escogido para establecer un hospicio. La calle de San Mateo era atravesada por las calles descendentes que vertebraban el casco antiguo: Arcedianos-Comedias, Estrella, Peso y Yedra, así como de un pasadizo situado en su extremo que atravesaba la muralla y permite llegar a plaza de la catedral. Aquellos que deseasen abandonar un niño en la inclusa escogían sistemáticamente horas nocturnas para ello y rápidamente desaparecer por una cualquiera de aquellas calles una vez tocada la campanilla.
Esta es la ventana dotada de una especie de torno donde se depositaba a las criaturas, el cual aseguraba el anonimato, en el más que improbable caso de que aún permaneciera allí delante, aunque es mas que seguro que muchos padres desesperados contemplarían dicho momento desde una de las esquinas adyacentes.. Sobre el dintel de la ventana, la sentencia evangélica "QVI NOS RECIPIT ME RECIPIT" ("el que a nosotros recibe, a mí me recibe"). Antiguamente tenía una reja distinta a la de la reconstrucción actual, pues dejaba sitio holgado para poder dejar los niños en el torno. Es de suponer que también existiría en las cercanías una campanilla, quizás la misma que sirviese de timbre al hospital, para dar aviso de que se acababa de dejar allí un bebé. Adyacente, se encontraba un cepillo donde depositar alguna limosna, con la frase "HAZ BIEN POR TI".
Además de en el torno, se encuentran consignadas otras maneras de abandonar los niños:
En 16 días de este mes (septiembre de 1679) a las 8 y media de la noche echaron un niño en la casa del canónigo Amador que está frente al pilarejo con cédula que dice así: está personado sírvanse las partes donde llegare no turbien el paso púsosele por nombre Juan Antonio de Buenafortuna y recibió agua de bautismo. Truxole a este mismo hospital el mismo canónigo Eugenio Amador y yo el capellán infraescripto lo bauticé subconditione y lo fimé. Lo cría Catalina de Pedro de Alcalá, de SigüenzaEn 17 de febrero de este año (1680) trujeron un niño por orden de la Justicia de Cifuentes y con un justimiento que venía de Sebastián Manuel, escribano de dicha villa de Cifuentes, por haberlo echado a una puerta de dicha villa, constaba llamarse Pascual Antonio y estar bautizado de socorro. Lo cría Lucía de Aguas en Palazuelos. Lo tiene Jerónima del Amo en Sigüenza
En 15 (junio 1679) a las 10 del día unos hombres de Esteras truxeron una niña que se llama Rosa de Santa María. Constó por una carta tiene agua de necesidad. La cría Jerónima Ventosa, mujer de Francisco La Plaza de Bujarrabal.
El Hospicio también resultaba lugar seguro para dejar un niño que se hubiese perdido. Así, tenemos la siguiente anotación, en la que un transeunte anónimo recoge una niña que encontró deambulando por la calle, escribe una nota donde consigna el nombre y la entrega en el Hospicio.
En 9 de este mes (marzo de 1680) echaron una niña a las 9 de la noche que ya anda, con cédula que dice: esta niña se llama Antonia, la cual la ha atisbado en la calle una persona y la lleva al hospital de San Mateo por no poderla criar a 9 de marzo de ochenta. La cría Catalina, mujer de Pedro el barbero postizo.
A los pocos días (no es especifican cuantos) se consigna que la recogió su madre. El texto, por lo escueto, deja muchas interrogantes. ¿Niño perdido y encontrado o madre arrepentida? Nunca lo sabremos.
A continuación pasaremos a ofrecer un análisis somero de los datos recogidos, para poder sustentar determinadas afirmaciones y asimismo servir al lector para ver si se ajustan a las hipótesis planteadas en otros estudios.
Niño de corta edad, completamente fajado. Tomado de Diego Velázquez, La adoración de los Magos (1619), Museo del Prado, Madrid | Niño en torno a seis meses, que muestra "sacadas las manos". Tomado de Andrea della Robbia (1434-1525), Ospedale degli Innocenti, Florencia |
Niño fajado pero ya con los brazos sacados. Tomado de la Virgen con Niño, Doctores de la Iglesia y donantes (familia de Ludovico Sforza), obra del llamado Maestro della Pala Sforzesca, obra fechada en 1494-5. Pinacoteca Brera, Milán |
En los textos se hace referencia a la entrega de niños recién nacidos o de corta edad, que constituyen la mayoría de los ingresos. Cuando son de edad superior a seis meses se suele mencionar que traen sacadas las manos, en referencia de únicamente fajar las piernas al niño a partir de dicha edad.
La costumbre de fajar los niños es por supuesto mucho más antigua. A modo de ejemplo, veamos esta escultura helenística procedente de Italia, actualmente en el Altes Museum de Berlín.
Naturalmente también se producen ingresos de niños de mayor edad, aunque mucho mas escasos:
en 20 de julio de (16)66 echaron un niño grande de asta tres años con cedula que dice este niño esta bauptizado y el presente que le dio lo crismo en su bauptismo le puso por nombre Joseph y este niño como dijo llamado Jospeh es uerfano de padre y madre y demas como consta esta lleno de tiña la cabeça pues se acoge en esta casas de misericordia adonde siempre se a de hacer tanta caridad a pobre de tanta necesidad quien pagara dios esta limosna cuya bida guarde dios felices años
En algún caso incluso se advierte la simpatía del capellán al rellenar la ficha de ingreso:
En 2 de diciembre de 1699, entre 9 y 10 de la noche, echaron una niña en este hospital de San Mateo, sin cédula. Y debía de ser de edad de tres años según también ella decía. Preguntándole que edad tenía respondió tres años y así mesmo fue preguntada dichas otras muchas preguntas, como de donde era, respondió de Vera de Almazán, del lugar de Cutalvillas, que se llamaba Brígida de las Muchachas y era su padre Miguel de Torres, que se madre se había muerto, que tenía tres hermanas viviendo en Almazán, que a Sigüenza había traído su yaya y otras muchas respuestas respondió con lindo pico. Para su conocimiento se le puso Brígida de Santiago, críala María la mujer de Aranz, vecina de ....
A partir del 1664 (año a partir del cual se conservan libros de entradas) disponemos de datos sobre el número de abandonos y diversas circunstancias en torno al mismo. En el intervalo de tiempo analizado (1664-1680) el número se mantiene aproximadamente constante, con ligeras oscilaciones.
Los abandonos se repartían con distinta intensidad a lo largo del año, como podremos apreciar en la siguiente gráfica. En ella se han acumulado mensualmente los ingresos en los 16 años transcurridos, computando la media y medida la desviación respecto a esta última..
Como podemos apreciar, el abandono de niños se distribuía a lo largo de todo el año, aunque se acentuaba en dos periodos concretos:
Destacaría dos factores que posiblemente se superpongan en este fenómeno:
En diversos estudios se constata una tendencia a abandonar mas niñas que niños, a veces en una proporción muy alta. Para poder comprobar si dicha situación se repetía en Sigüenza se tomaron[2] los bautismos correspondientes al año de 1664, donde se consigna si el bautizado es hijo legítimo o si se trata de un expósito. La lectura directa de la gráfica nos indicaría que 1 de cada 10 bautizados en Sigüenza era expósito, pero hay que tener en cuenta que los expósitos no provenían únicamente de la ciudad donde estaba radicado el Hospicio, sino de toda su zona de influencia y de incluso más allá, ejerciendo un "efecto llamada" sobre los padres que deseasen abandonar a sus hijos. Además, no contamos aquí con la mortalidad infantil, supuestamente mucho mas elevada entre los expósitos.
El número de abandonos en Sigüenza no discriminaba entre sexos: ambos resultaban "agraciados" con la misma participación: algunas veces predominaban los varones, otras veces las hembras, pero el balance total era tremendamente igualitario, como podremos apreciar fácilmente en la figura adjunta:
Evidentemente la muerte en las primeros días o semanas de vida era el mayor riesgo al que se enfrentaban los ingresados en el hospicio. En las cuentas de 1565 aparecen los gastos ocasionados por el enterramiento de los 14 niños (6 mrs por niño) muertos en el ejercicio contable 1564-65:
Ytem se le resciben en cuenta 84 mrs que parescio haber gastado en clamores y sepulturas de niños muertos
Ytem se le resciben en cuenta 70 mrs y medio que parescio haber gastado en cera para enterrar estos niños muertos
Como podemos apreciar, el coste de enterrar un niño era casi irrisorio, aproximadamente el importe de una jarra de vino. Esto se debía en parte a medidas economizadoras del Cabildo, como el hacer tañer gratuitamente a los campaneros de la catedral los toques de difuntos (clamores) en la campana llamada "del Hospital" cuando el fallecido era expósito[3, folio 70]: Que las campanas no lleven dineros por los clamores que hizieren por los niños expositos cuando finaren.
En el periodo 1664-1680 están consignados un total de 430 ingresos en la inclusa, de los cuales 211 son niños y 219 niñas, por lo que se puede apreciar que las probabilidades de ser abandonado eran iguales para ambos sexos. La mortalidad dentro del hospicio era muy alta, pero similar entre niños y niñas, con un 51.6% y 56.6% de posibilidades de morir al año de producirse el ingreso, respectivamente.
Si representamos el porcentaje de posibilidades de que un ingresado muriese transcurridos un mes, seis meses, un año y dos años tras la fecha del ingreso en el hospicio, se puede observar que inicialmente los varones tienen mas probabilidades de morir que las mujeres antes de cumplir un mes, pero luego resultan mas resistentes, por lo que la mortalidad resultante es muy similar entre ambos grupos (varones: 54.9%, hembras: 59.8%).
Estimado lector: si lo deseas, tienes a tu disposición los datos para verificar las anteriores afirmaciones, o bien extraer otras muchas estadísticas. Compara con otras fuentes de información, tanto on-line como las antiguas sobre papel.
Hasta ahora hemos hablado siempre de que los niños que ingresaban en el hospicio no tenían padres "identificables", esto es, que ninguna criatura ingresaba si existía algún familiar que pudiese responsabilizarse de la misma. Sin embargo, esto no es estrictamente cierto. Valga como ejemplo [4] el siguiente caso:
En Siguenza en dicho día (12 agosto de 1703) yo el theniente de San Pedro puse Chrisma y los santos óleos solemnemente a Francisco Gordo yjo lexítimo de Juan Gordo y de María Lázaro difunta, vecinos de esta ciudad, fue su padrino Pedro Domínguez vecino de esta ciudad y a Juan de Dios también expósito dicho ospital, fue su padrino Bentura Solo, vecino de esta ciudad y por estar baptizados en caso de necesidad por mano de Don Francisco Bázquez Barrientos cura de dicho ospital quien declaró no tener duda en el balor del Baptismo y lo firme.
En él se trata de expósitos a dos niños, uno de ellos sin embargo huérfano tan sólo de madre, pues el padre aparenta estar vivo y llamarse Juan Gordo. Ambos son expósitos, pues en las partidas de bautismo las únicas anotaciones en las que se consignan varios bautismos simultáneamente eran en los casos de partos múltiples y de expósitos, que se bautizaban por tandas. ¿Se ingresaría al niño en el hospicio por ser el padre incapaz de su mantenimiento? No lo sabemos, pero algún caso de este tipo había.
Los motivos que llevan a unos padres a deshacerse de un modo u otro de un hijo -nacido o no- son siempre escabrosos o indignos. A continuación inserto un testimonio real[5] de alguien que dejó a su hijo recién nacido en el hospicio y a los pocos meses lo recogió. El texto especifica claramente las circunstancias del abandono.
Juan de Peña. El día diez y ocho de marzo del año de mil setecientos y nuebe yo el licenciado don Simón Obejero capellán mayordomo dignidad y canónigo de esta santa yglesia de Siguenza bauticé por necesidad en casa a Juan, hijo legítimo de Alonso de Peña (Pena?) y de María Alonso su muger, mis feligreses, vecinos de esta ziudad a el qual, por aver muerto su madre, de enfermedad que resultó del parto, y su padre aver quedado con pocos medios y cargado de hijos le echaron en el hospital de San Matheo de esta ziudad, de el qual le trajeron a esta parroquia con otros expósitos para recibir las exorzismos, y chrismarle el día primero de abril deste presente año como consta de las partidas que se allan a folio trescientos y sesenta y seis de esta libro firmada por Don Manuel Pérez mi theniente y asimismo que allí se nombra Juan Patricio, según constató por averiguación y lo hize del sacerdote que asistiendo a dicho hospital y de Don Diego del Moral abbad de Santa Coloma y administrador de el lo qual an de ...... Firmado: Simón Obejero
[1] Legajo "Niños 1652", Fondos Hospital de San Mateo, Archivo Catedral de Sigüenza
[2] Legajo "Libro de los baptizados en esta parrochia de san Pedro, el qual comiença a primero de henero año de mil seiscientos y çinquenta y tres, siendo capellan mayor el Doctor Don Pedro de Anguita y Alonguia natural de esta ciudad de Siguença y sus curas tinientes el licenciado Martín de Ambrona y el licenciado Eugenio Amador. Seguntiae Ano 1633", Fondos Parroquiales: San Pedro (Sigüenza), Archivo Histórico Diocesano de Sigüenza
[3] Copia en papel del libro de la cadena. Constituciones sinodales del Sr. Lujan. Actas capitulares de 1508-1526. (signatura 105 mod) Archivo Catedral de Sigüenza.
[4] Archivo Histórico Diocesano de Sigüenza, Libros Parroquiales de la parroquia de San Pedro, Sigüenza. Libros de Bautismos (archivador 3-A, volumen 1696-1712)
[5] Archivo Histórico Diocesano de Sigüenza. Libros Parroquiales de San Pedro, Sigüenza. Archivador 3-A, volumen 1696-1712