Un dos de septiembre de dicho año, festividad de la Visitación de Nuestra Señora, numerosos fieles oyen misa, a eso de las once de la mañana, en la ermita de San Roque. Es una ermita sencilla, sin las pretensiones de la que transcurrido el tiempo, ya entrados en el siglo XIX, la sustituiría. La huerta de Sigüenza estaba entonces frondosamente arbolada, siendo terrenos de propiedad municipal, todavía sin talar ni parcelar. Este bosque estaba salpicado aquí y allá por construcciones muy diseminadas, que constituían un motivo de solaz y recreo para los habitantes del ya entonces congestionado casco urbano.
Ahora aparece nuestro personaje, que como es norma en estos procesos, no es de conducta precisamente ejemplar. Se llama Juan Martínez "el mozo", sabemos que es soltero y que tiene tras de sí a las autoridades de la ciudad por un motivo que ignoramos. Frente al convento de San Francisco (actual convento de Ursulinas) avista al alcalde de la ciudad, Francisco del Castillo, el cual le llama por su nombre. Aquí nuestro héroe opta primeramente por hacerse el sueco, y al ver que su estrategia no surte efecto y el alcalde sigue aproximándosele, se lanza a correr a toda velocidad. El alcalde, al ver que se le escapa, pide auxilio a la justicia a grandes voces.
La misa había terminado y los fieles se demoraban en lo que sin duda eran largas conversaciones y paseos por aquellos alrededores. Al oir las voces del alcalde, algunos viandantes pasan a prestarle auxilio, saliendo en persecución del fugitivo. Al poco le atraparon entre varios, entregándole a Juan Manuel, alguacil, el cual lo puso a buen recaudo en la Real Cárcel de la ciudad.
¿Pues que pasa entonces? ¿Donde está el litigio? No en que el fugitivo fuese inocente o no (de eso nada sabremos), sino en alguna irregularidad cometida en su prendimiento. En su carrera intentó despistar a sus perseguidores con constantes cambios de rumbo y en una de estas carreras atravesó lo que por aquel entonces constituía el principal y mas antiguo cementerio de la ciudad. Los cementerios estaban considerados lugares sagrados, donde todo aquel que se encontrase entre sus límites podía invocar protección divina frente a la autoridad terrenal. Esto nos puede sonar chocante, pero era muy frecuente en la antigüedad, como podemos recordar de Rómulo y Remo, que se refugian en un bosque sagrado y reclutan huidos de la justicia para fundar lo que andando el tiempo sería la Urbs Aeterna, Roma. Su abogado tendrá que insistir varias veces para que el caso no se sobresea, aunque finalmente sus esfuerzos sean vanos y su cliente (y nuestro protagonista) pasará a disfrutar de la hospitalidad del erario público.
Veamos como narran el itinerario seguido por el fugitivo en su huida los distintos testigos:
Juan de Rello
estando el testigo la mañana del dia de la visitazión de Nuestra Señora, domingo dos del corriente mes, en la Alameda de esta ziudad, como a las honze de el, ablando con Miguel Alias Bolsillas, pastor y vezino de esta Ziudad, oyeron al Señor Don Francisco del Castillo, Alcalde hordinario de esta, que bajando desde el conbento de San Francisco dezia en Altas bozes favor al Rey,
y que cojiesen a un hombre que yba corriendo para la Hermita de Nuestra Señora de los Huertos, extramuros de esta Ziudad, sita en dicha Alameda, que era Juan Martínez, soltero, natural de ella, por lo que en obedezimiento del dicho mandato procurando auxiliar a dicho Señor Alcalde, el testigo pasado el Camino Real, que cruza por dicha Alameda desde el Puentezillo o Piedra Grande que esta junto el humilladero y sale del camino que ba a Medina, y a doze o catorze pasos, poco mas o menos de el hosario que esta en dicha Alameda y a la derecha de el, bajando de esta Ziudad para dicho Hosario, el testigo junto a la reguera que baja del Vadillo echo mano a el dicho Juan Martinez, acudiendo ynmediatamente Diego Lopez, alias ffor (?), y Manuel Jaraiz, vezino de esta Ziudad, |
Joseph Xadraque
Fragmento del plano del proyecto de
urbanización del Barrio de los Canónigos (1782).
Explicación rótulos según leyenda original:
M La Hermita de S. Roque N Huerta del Convento de San Francisco O El Convento P La Portada de su Yglesia Q La Portería del convento |
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habiendo el testigo salido decir la misa que se celebro en la hermita del santo [San Roque] que viniendose para esta ciudad a oido que apellidan a favor del rey y volviendo la cabeza para el convento de Nuestro Padre San Francisco, reconoció ser el señor Don Francisco del Castillo que con aceleracion bajaba desde dicho convento pidiendo dicho favor, yendo la alameda adelante, y que decia cogiesen a Juan Martinez, mozo soltero, que iba corriendo para la hermita de Nuestra Señora de los Huertos |
y vio que luego que paso el dicho mozo el camino real que cruzan los ordinarios y demas pasajeros por mitad de dicha alameda y a doce pasos poco mas o menos del Hosario que hay en esta, junto a un reguera, en vista del [...] que inboco dicho señor Alcalde, le salieron al encuentro a dicho mozo Juan de Rello, Manuel Jaraiz y Diego Lopez, alias ffor (?), vecinos de esta ciudad y le prendieron | |
habiendo el testigo salido decir la misa que se celebró en la hermita de santo que viniéndose para esta ciudad a oido que apellidan a favor del rey y volviendo la cabeza para el convento de Nuestro Padre San Francisco, reconoció ser el señor Don Francisco del Castillo que con aceleración bajaba desde dicho convento pidiendo dicho favor, | |
yendo la alameda adelante, y que decia cogiesen a Juan Martínez, mozo soltero, que iba corriendo para la hermita de Nuestra Señora de los Huertos, y vio que luego que paso el dicho mozo el camino real que cruzan los ordinarios y demas pasajeros por mitad de dicha alameda y a doce pasos poco mas o menos del Hosario que hay en esta, junto a un reguera, en vista del [...] que inboco dicho señor Alcalde, le salieron al encuentro a dicho mozo Juan de Rello, Manuel Jaraiz y Diego Lopez, alias ffor (?), vecinos de esta ciudad y le prendieron |
Manuel Durango
estando el testigo el dia dos del corriente mes en la hermita de Señor San Roque extramuros de esta ciudad de oir misa, siendo como a las once de dicho dia oyo al señor Don Francisco del Castillo alcalde ordinario de esta pedir favor al rey diciendo echasen mano y cogiesen a Juan Martinez, natural de esta ciudad | |
que iba corriendo por la alameda, tirando para la hermita de Nuestra Señora de los Huertos situada en ella y vio que al otro lado del camino real que cruza desde el humilladero y sale para el de Medina, junto a una reguera que ba por encima del los arcos saliendo al Badillo que pasa por bajo del Puente de Piedra que se cruza al Molino de Nuestra Señora la Mayor y tiene a renta Matías Talavera, a distancia de doce o catorce pasos de el dicho arco poco mas o menos, le salieron al encuentro y cogieron a dicho mozo; Juan de Rello, Manuel Gariz y Diego de la Flor, con otros que no conozco y que le tenían asido, presente dicho señor alcalde y de su orden va a la carcel real de esta ciudad, donde se halla |
Un recorrido posible seguido por Juan Martínez sería el siguiente: su carrera empieza en la ermita de San Roque, próxima al convento de San Francisco. En un un primer momento parece que piensa en huir a lo largo de la Alameda, pasando cerca de Nuestra Señora de los Huertos, cruzando el Osario o camposanto y encaminándose al Humilladero. Sin embargo, al ver que desde allí venían a su encuentro decide retroceder y intentar la huida por el cauce del arroyo del Vadillo, que pasaba por detrás del convento de San Francisco, seguía por el molino de la cofradía de Nuestra Señora La Mayor y finalmente le capturaron bajo uno de los puentes que conducen barranco arriba, bien sea el puente de San Francisco o el acueducto de los Arcos, pues el texto no lo afirma con claridad.
El apresamiento de Juan Martínez se produjo junto a una reguera que ba por encima del los arcos saliendo al Badillo que pasa por bajo del Puente de Piedra que se cruza al Molino de Nuestra Señora la Mayor y tiene a renta Matías Talavera, a distancia de doce o catorce pasos de el dicho arco poco mas o menos, le salieron al encuentro y cogieron a dicho mozo.
A | Ermita del Humilladero | |
B | Puerta de Medina | |
C | Ermita de San Roque | |
D | Puentes | |
E | Convento de San Francisco | |
F | Iglesia Nuestra Señora de los Huertos | |
G,H,I,J | Molinos (el G desaparecido) | |
K | Barranco del Vadillo | |
L | Alameda |
En la figura se ofrece una interpretación gráfica del anterior recorrido. Se parte de una imagen tomada en 1935, donde se han coloreado de verde zonas no construidas todavía en la época que nos ocupa. El punto donde finalmente le prenden se encuentra en el barranco del Vadillo, que se encontraba ya entonces canalizado para mitigar las catastróficas riadas que alguna vez lo han asolado. La zona dedicada a Osario o cementerio que habría atravesado el fugitivo sería la comprendida entre las letras L y C, extendiéndose desde la actual fuente hasta las cercanías de la actual ermita de San Roque. En los libros de difuntos de la parroquia de San Pedro a veces se hace referencia a la actual alameda como el prado sagrado (caso de Magdalena Ibáñez, fallecida el 28 de marzo de 1675; pobre).
A continuación mostramos uno de los planos que se conservan [2] de las obras de urbanización del actual Barrio de San Roque o de los Canónigos, cuyas obras empezaron en 1782 y por lo tanto son posteriores al suceso que nos ocupa. Aquí se puede apreciar la antigua ermita de San Roque (C) y los caminos flanqueados de árboles que rodeaban la ciudad. Nótese que la orientación del plano es opuesta a la de la foto mostrada anteriormente. |
¿Qué nos dicen los textos sobre el antiguo cementerio de la ciudad? Pues que ocupaba buena parte del actual Parque de la Alameda, la mitad comprendida entre Nuestra Señora de los Huertos y la por entonces existente ermita de San Roque (muy cercana a la actual).
es notorio entre las hermitas expressadas de dicha señora de los Huertos y Señor San Roque, y a los seis pasos de esta, con corta diferencia empieza el camposanto que distingue y se para de lo que no lo es con unas cruces de piedra, bien conocido por sagrado en esta ciudad y sus cercanías, por servir de entierro a los muchos que en el cada dia se sepultan, siendo como cimenterio de la hermita dicha de los Huertos [...] es el estar el cementerio dicho y camposanto distinguido y separado de lo que no lo es con unas cruces de piedra, levantadas de la tierra, y de admirable fabrica (exposiciones de los hechos de los días 14 y 16 de julio de 1741, por Manuel de Olier y Serantes)
¿Serán algunas de esas cruces del antiguo cementerio las actualmente situadas en Plazuela Chica de Bécquer (nombre tomado de [3] figura 9) ? Si es así, sí que tendrían un significado digno del genial romántico.
También tenemos por supuesto otros textos que hacen referencia a este cementerio, quizás el más antiguo de la ciudad, pero el de menos lustre. Un sitio obvio donde buscar son las partidas de defunción, y así tenemos estos ejemplos:
En 16 de dicho mes (septiembre) y dicho año (1661) murió Juan de (blanco) mujer de Blas de Ariça. Recivio los santos sacramentos. Enterrose en el prado de nuestra señora de los guertos, hiço su testamente ante (blanco) |
En siguenza a 28 de março de 1675 murio Madalena Ybañez recivio los santos sacramentos enterrose en el prado sagrado junto al camino de los guertos |
En 29 de abril de 1687 años murio Miguel Serrano, hijo de Manuel Serrano, recibio todos los sacramentos y enterrose en el prado de nuestra señora de los guertos enfrente del camino junto a un sepulchro que ay enfrente del nombre de Jessus |
Y para resarcirnos de tanta foto vieja y darle una nota de color a la página, que mejor que una vista del barranco del Vadillo en la actualidad, donde fue apresado nuestro protagonista. Aunque parezca increíble, esta vista de la ciudad casi sería idéntica a la que ansiaba llegar el fugitivo, huyendo de sus perseguidores. En pocos lugares de Sigüenza se puede decir lo mismo.
[1] Sigüenza Civil Autos, 1741. Archivo Histórico Diocesano de Sigüenza, Sección Civil
[2] Archivo Histórico Nacional, Sección Estado, planos 772 y 7739
[3] Elogio y Nostalgia de Sigüenza, Alfredo Juderías, Editorial Cultura Clásica y Moderna, Madrid 1958
[4] Sigüenza, imágenes para el recuerdo, J. Davara, J. A. Laguna, O. Puertas y F. Sanz, Madrid 2003