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Estimado lector: otra vez nos iremos con la imaginación a la villa de Almazán, esta vez a principios del siglo XVIII. En el año en que transcurren los hechos narrados (1711) Almazán conserva íntegro un impresionante recinto murado, así como un imponente castillo. Sus habitantes se encuentran fatigados por una década de luchas en suelo peninsular (la llamada Guerra de Sucesión), con su corolario inevitable de levas para el ejército, exacciones para el aprovisionamiento de las tropas, incremento de los impuestos, etc. En dichos años el territorio español se hallaba repartido entre dos monarquías, representantes de sendas dinastías europeas; sus monarcas (Felipe V y Carlos III para sus partidarios) se titulaban ambos como "Reyes de España", aunque sus dominios estaban continuamente sujetos a mudanza, fruto de las diversas campañas militares que desplazaban una supuesta "frontera" hacia uno u otro lado. Precisamente Almazán sufriría algún que otro contratiempo debido precisamente a una de estas breves ofensivas.
Aquí recogemos un incidente que aunque por su trascendencia merecería condenarse al olvido, nos arroja sin embargo algo de luz sobre los habitantes del lugar en aquella época de incertidumbre, así como sus querencias y fobias. El hecho en sí es una reyerta callejera entre dos cuadrillas de jóvenes de mediana edad, que culminará con un herido por arma de fuego. Al poseer algunos de los implicados carácter eclesiástico el caso entra bajo dicha jurisdicción, lo que ha permitido que el proceso se conserve hasta nuestros días[1].
Para facilitar al lector la comprensión de los
acontecimientos, incluyo un
sencillo esquema donde procuro reflejar las características
principales del
recinto urbano, indicando asimismo los principales hitos que nos
permitan
situarnos en los hechos narrados. Omito otros elementos urbanos
para no abigarrar en exceso la imagen.
Calles/monumentos existentes
1 plaza pública (por plaza mayor) |
Monumentos desaparecidos
13 puerta que llaman de Berlanga |
Calles dudosas Don Amador Sanz Merino (posible nombre alternativo para calle Riosalido) Boticas, actual de Diego Lainez |
En una calurosa noche de verano, en las primeras horas de la festividad de San Pedro (28 de junio), dos grupos de jóvenes deciden recorrer las calles de ronda, provistos de instrumentos musicales. Por el texto, sabemos que se referían a sí mismos como la "cuadrilla de los oficiales" y "cuadrilla de los labradores". Los nombres que recibían eran reflejo de su composición social: la llamada "de los oficiales" estaba compuesta por individuos con cierta formación y empleos especializados: aspirantes al sacerdocio, oficial (entallador) de retablos, empleado de contabilidad, criados en casas nobles, etc. La pertenencia social del grupo denominado "de los labradores" es mucho más homogénea: hijos de labradores o "criados de labranza" de terratenientes; su nivel educativo es muy bajo, siendo todos analfabetos (por contra, en la cuadrilla de los oficiales todos menos uno saben escribir).
Tal y como se deduce del relato, es probable que existiesen rencillas entre los miembros de ambas cuadrillas con anterioridad a los sucesos narrados. El texto parece indicar como desencadenante del conflicto la actitud agresiva y un tanto chulesca de un miembro de la "cuadrilla de los oficiales", un tal Juan Fuexo, que cursaba estudios eclesiásticos, de profesión sacristán. Pasaremos a ofrecer una versión resumida de los hechos, intentando compaginar las distintas versiones de los implicados.
Miembros cuadrilla de oficiales:
Miembros cuadrilla de labradores:
La acción empieza cuando las dos cuadrillas deciden salir la misma noche en las primeras horas de la madrugada, provocándose roces cada vez que coinciden ambas cuadrillas en un lugar.
En un principio ambas cuadrillas usaron como punto de partida la Plaza Mayor, donde el comienzo de la noche no pudo ser más amigable: ambos bandos convienen en que se saludaron mutuamente y se dieron las buenas noches. A continuación la cuadrilla de los oficiales se dirigió hacia la Puerta de Berlanga (nº 13 en el plano), recorriendo la calle de Palacio (nº 3) y la de las Monjas (nº 4). Una vez pasado un rato de diversión en el exterior de la muralla, deciden desandar sus pasos y volver a la Plaza Mayor. Prosiguiendo su camino, se dirigirán a la Plazuela de Santa María (nº 2).
Mientras tanto, la cuadrilla de los labradores se había dividido en dos, dirigiéndose igualmente hasta la Plazuela de Santa María a través de las calles de Boticas y de Don Amador. Allí se reúnen de nuevo y se encuentran con los miembros de la cuadrilla de los oficiales.
En esta ocasión el encuentro no es tan amistoso como el primero, revelándose rápidamente las tensiones subyacentes. El cabecilla de la cuadrilla de oficiales, de nombre Juan Fuexo, increpa a la cuadrilla de labradores, diciendo que aquel que afirmaba le iba a quitar su guitarra que lo intentase, que lo atravesaría con su espada. Allí se produce algún varapalo, quedando la cuadrilla de oficiales como ganadora. Tras ello, dicha cuadrilla decide disolverse y retirarse para sus casas; un grupo vive en la parte alta de la villa, en la zona denominada Cuatro Cantones (nº 8), y hacia allí se dirige, subiendo la calle de Guadalupe (nº 7). Lo que no sospechan es que miembros de la cuadrilla de los labradores les habían tendido una emboscada en la cercanía de sus casas, cortándoles la retirada. Allí cunde el pánico entre los escasos miembros de la cuadrilla de oficiales, ante la lluvia de pedradas que les propinan. Alguno logra huir calle abajo, con tal susto de que no se atreven a volver a sus casas, por si les emboscan de nuevo, durmiendo en los portales del hospital de Nra Sra de Guadalupe.
Aquellos miembros de la cuadrilla de oficiales que no habían logrado huir se refugian en casa de Joseph Fuexo, donde son sometidos a un asedio de pedradas. Joseph Fuexo sale armado de una espada intentando intimidarles, pero tiene que retirarse nuevamente a su casa debido a la lluvia de proyectiles que recibe. Es en dicho momento cuando alguien dispara desde la ventana de un piso superior, hiriendo en un muslo a Blas Caveza, miembro de la cuadrilla atacante, la de labradores. Aunque no queda claro en el texto, el responsable de efectuar el disparo huye de la casa a través del corral. Mientras, el herido es atendido en casa de una prima suya, Antonia de Jodra, que vive en las inmediaciones.
Tras los hechos antes narrados, el médico es avisado de madrugada, atendiendo a Blas Caveza de la herida en el muslo y a Joseph Fuexo de múltiples heridas y contusiones, concluyendo que ambos están fuera de peligro. A continuación las autoridades encarcelan a los participantes en los hechos: los legos en la Cárcel Pública de la villa, mientras que los eclesiásticos son recluidos en la sacristía de la parroquia de San Pedro. Del devenir posterior del proceso únicamente nos queda el correspondiente a los eclesiásticos implicados, sin que conozcamos el desenlace final del mismo, aunque parece deducirse que Joseph Fuexo fue considerado culpable.
Como siempre, amigo lector, pongo a tu disposición el texto para que saques tus propias conclusiones. ¡Buen provecho!
[1] Almazán. Sección Criminal. Autos que de oficio se hazen sobre la pendencia y eridos de la noche del día 28 de junio entre seculares y del fuero eclesiástico. Año de 1711. Archivador 44, documento 8, Estantería Bk, Anaquel 5. Archivo Histórico Diocesano de Sigüenza
[2] Toribio Minguella Arnedo. Historia de la Diócesis de Sigüenza y de sus Obispos. Volumen 3. Madrid 1913, páginas 613-618
[3] Teógenes Ortego y Frías, Almazán, Ilustre villa soriana, Publicaciones de la Caja General de Ahorros y Préstamos de la Provincia de Soria, 1973
[4] Manuel Alonso Palacín Nuevas investigaciones histórico-genealógicas referentes al M. R. P. Diego Laynez Madrid 1906. Páginas 29-30.