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El fonsario: ¿reflejado en la literatura?

Marcos Nieto, Agosto 2008 Disclaimer

Un lugar afamado

Aunque a muchos seguntinos el oir hablar hoy de un osario existente en su ciudad les pueda sonar a chino, en su día era más que sabido y popular fuera de los límites de la ciudad. Claro, que para ello nos tendremos que retrotraer al siglo XVI.

En una obra de teatro ligero conocida como "Farsa del Sacramento o de los lenguajes", una obra moralizante con tintes cómicos, un personaje abstracto "El Amor Divino" va dialogando con distintos personajes arquetípicos de la sociedad. Uno de ellos lo constituye "El Villano", que como su nombre indica, es un habitante de un medio rural o urbano de poca categoría, del cual pretende burlarse el autor, y que no demasiado veladamente, identifica con Sigüenza, como veremos a continuación. El personaje se maneja tan mal que es condenado categóricamente:

Fragmento de manuscrito conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid, que contiene la Farsa del Sacramento, obra del siglo XVI

(amor divino) Y por muy justa sentençia
serás al ynfierno hechado.

(villano) ¿ansi por nuestros pecados
al (f)o(n)sario de Siguença
inos dir enpelazgados?

Farsa del Sacramento llamada de los lenguajes, Colección de autos sacramentales, loas y farsas del s. XVI.
ff. 369v-373v. BNE, Sig.: Ms. 14711. La imagen está tomada de la Biblioteca Virtual Cervantes.

Sorprende que en la farsa el único nombre de lugar que aparezca sea el del "fonsario de Sigüenza". ¿Tan característico era? Notemos que en el manuscrito anterior se lee "fonsario" y no "osario"; el detalle puede ser importante para nuestros propósitos; las letras "F" y "n" parecen haberse añadido con posterioridad, intencionadamente. Pero volvamos al texto: el Villano se pregunta incrédulo si la sentencia de condenación eterna que acaba de escuchar implica que irá al fonsario de Sigüenza empelazgado (reñido). ¿A que fonsario se refiere?

En Sigüenza había hasta finales del siglo XV dos lugares de enterramiento admitidos, diferenciándose según la religión de los inhumados en ellos. Así, los cristianos lo eran en la parte baja de la ciudad, cercanos a las huertas donde se alzaba la ermita de Nuestra Señora de los Huertos; los judíos en cambio recibían sepultura en el extremo opuesto de la ciudad, montaña arriba, en las cercanías del castillo.

El osario cristiano

Acabamos de comentar donde se encontraba el cementerio cristiano. Este era de límites imprecisos, de modo que comprendía una amplia zona cuyos extremos los constituían sendas edificaciones: la ermita de Nª Sª de los Huertos y la ermita de San Roque, como ya comentamos.

en medio casi de las dos hermitas dichas, como doce pasos poco
mas o menos de el ossario, que hay en medio de la Alameda

Año 1741. Proceso de inmunidad, Sigüenza, Sección Civil, Archivo Histórico Diocesano de Sigüenza

Aunque de gran extensión y de uso antiquísimo, el camposanto no era el lugar favorito para enterrarse en la época en la que hablamos. Las personas muy pudientes procuraban enterrarse en la catedral, a ser posible en una capilla lateral propia de la familia. Excuso decir que numéricamente era el grupo menos numeroso. Luego venía el grupo que podríamos denominar de clase media-alta, que gustaba igualmente de ser enterrado en un templo, estando entonces la oferta limitada a la parroquia de San Pedro y algunos recintos conventuales. Para las clases bajas, expósitos e indigentes estaba el prado que entonces constituía la actual Alameda. Suponemos que cada una de las categorías anteriores tendría asignada una zona, para mantener en muerte la separación que había existido en vida.

En siguença en 28 de março de 1675 murió Madalena [sic] Ybáñez, recivió los santos sacramentos enterrose en el prado sagrado, junto al camino de los guertos. Pobre.

Año 1659. Libro de Difuntos de la parochia [sic] de San Pedro. Archivo Histórico Diocesano de Sigüenza, Sección Fondos Parroquiales. fol. 119

Resulta curioso como el antiguo cementerio de la Alameda constituía un típico cementerio europeo, del tipo que nosotros asociamos a los estadounidenses, esto es, sepulturas dispersas en un prado, sin un entorno definido (vallado). ¡Que pena que una tradición milenaria se abandonase!

En el 29 de abril de 1687 años murió Miguel Serrano, hijo de Manuel Serrano, recibió todos los sacramentos y enterrose en el prado de Nª Sª de los guertos enfrente del camino junto a un sepulchro que ay enfrente del nombre de Jesús

Año 1659. Libro de Difuntos de la parochia [sic] de San Pedro. Archivo Histórico Diocesano de Sigüenza, Sección Fondos Parroquiales, fol. 66 vto.

El antiguo osario, ya muy modificado, adquirió caracteres de cementerio, con sus vallas, paredes y nichos y toda la parafernalia moderna, permaneciendo en dicho lugar hasta que el 28 de agosto de 1880 se produjo una riada con tristes consecuencias para el conjunto. Está claro que los cementerios de nueva planta eran muy modernos, funcionales e higiénicos, además de condenadamente feos, pero no pasaban la prueba que sus antecesores llevaban siglos soportando. Como resume este fragmento contemporáneo:

Una larga fila de nichos, sostenida por las paredes del cementerio, fue arrastrada por las aguas, produciéndose con este motivo escenas bien tristes, porque los restos mortales de las familias de aquella localidad se veían confundidos con las aguas.

La Iberia. Diario Liberal, 5 de septiembre de 1880

Tan desagradable episodio motivó la clausura prematura de dicho cementerio y la inaguración de uno nuevo, en su emplazamiento actual, elevado y a salvo de inundaciones, el 10 de junio de 1906.

El osario judío

Ya hemos hablado repetidamente de él. Aquí simplemente consignar que una vez producida la expulsión de los judíos españoles en 1492, el cementerio dejó "oficialmente" de funcionar. En la práctica siguió siendo un lugar donde los conversos podían ir a visitar las tumbas de sus antepasados, y algunos de ellos, los judaizantes, incluso arriesgarse a enterrar a sus muertos, enterrando simulacros en el cementerio cristiano. Pero ambas prácticas se volvieron rápidamente peligrosas y vino el abandono definitivo. En el proceso degradatorio que seguiría, perdió aquellos distintivos -estelas, lápidas- que pudiesen señalizar el enterramiento. Asimismo llegó hasta a cultivarse, por lo menos parcialmente, como se deduce de los descubrimientos de 1826. Pero fuese por ser un cementerio en desuso, haber pertenecido a una raza entonces proscrita o quizás por producirse en el mismo descubrimientos que despertaban escalofríos, el caso es que pasó a ser un lugar maldito. Su denominación también quedó por decirlo así, congelada: fonsario, honsario, osario, añadiéndosele a veces "de los judíos".

Según esta visión, en dicho cementerio se habían enterrado judíos y lo que es peor, falsos cristianos, cuyos restos en alguna ocasión había desenterrado la Inquisición parar quemarlos en un Auto de Fe. Ignoramos incluso si pasase a emplearse para el entierro de ejecutados y criminales, pues de ello nada sabemos.

Vista aérea de Sigüenza, tomada de Google Maps. En ella se singularizan con unas letras los emplazamientos de los antiguos cementerios de Sigüenza

Vista aérea de Sigüenza en la actualidad. A fonsario judío, B osario de la Alameda, C Cementerio

Morir empelazgado

Al Villano, cuando le comunican que irá al Infierno, saca como consecuencia que será enterrado en "el fonsario de Sigüenza" y que no estará en paz, sino empelazgado o reñido con Dios, condenado. Véase que parece suplicar ser reconciliado con Dios, término éste con evidentes connotaciones inquisitoriales, en el cual, al acusado se le reintegraba al seno de la Iglesia, tras admitir su culpa y pedir perdón por ello, administrándosele una penitencia. El osario donde parece temer ser enterrado no aparenta tratarse del "prado sagrado", un lugar donde el propio nombre inspira paz, al que antes hemos visto hacer referencia, sino un lugar por aquel entonces cargado de connotaciones siniestras: el "fonsario de los judíos". Incluso la posible alusión velada a la necesidad de ser reconciliado podría interpretarse como el deseo de ser admitido nuevamente en la Iglesia y por lo tanto, con derecho a ser enterrado en un cementerio eclesiástico.

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