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¿Santamera = Santa María (Magdalena)?

Retablo mayor en la parroquia de Trillo, Guadalajara

En la parroquia de la alcarreña localidad de Trillo (Guadalajara) se conserva un bello retablo renacentista, estupendamente restaurado, sustituyendo al que quemaron durante la guerra civil de 1936-9 y del que aparentemente no se conserva ninguna imagen.

El retablo en cuestión proviene de una localidad de la sierra norte de Guadalajara, de historia antiquísima pero modernamente prácticamente despoblado, llamado Santamera, situado en un paraje muy bello. Originalmente estaba dedicado a Santa María Magdalena.

Un posible origen del nombre "Santamera"

Vista desde el exterior de la iglesia de Santa María Magdalena, en Santamera
La iglesia parroquial de Santa María Magdalena, Santamera, Guadalajara

Del nombre del pueblo Santamera se han propuesto diversas etimologías, que van desde considerarlo un topónimo, hasta derivarlo de Emerenciana o Emeteria, virgen y mártir del s. XX, hermana de leche (hija de nodriza) de Santa Inés. En www.santamera.com encontrarás un resumen de las diversas etimologías, que no creo conveniente repetir aquí. Sin embargo, el más antiguo testimonio que tenemos de dicha localidad data del reinado de Alfonso VII (1126-1157), hace referencia a una incursión militar sorpresa realizada por el rey Fernando I en 1060, la identifica como SANCTE MAYRE [1] MUNICIPIUM [2].

La santa denominada "Mayre" en tan antigua crónica podría ser la "Emerenciana" como sugiere una de sus etimologías, interpretación ampliamente recogida en los medios, o bien otro personaje. Sin embargo, sin más pistas sería muy difícil establecer algún tipo de vínculo de dicha santa con el pueblo. Un enfoque alternativo podría consistir en tomar en cuenta el retablo mayor de la parroquia del lugar y "leerlo" (interpretar su iconografía). En los retablos se suele poder seguir la evolución de la vida espiritual de las poblaciones, esto es, los diversos patronazgos bajo lo cuales se han colocado los vecinos. Estos evolucionaban con el tiempo, cuando devociones más de moda desplazaban a las antiguas y santos considerados milagrosos desplazaban a otros que habían demostrado no serlo tanto como los vecinos deseaban.

La santa titular

Esta evolución se podía seguir bien en los retablos góticos y renacentistas, en los cuales la estructura del mismo (numerosas escenas, distribuidas por pisos y calles, en pintura o escultura) permitía siguiendo unas sencillas reglas acomodar a gran número de personajes. Así, el eje (o calle) central del altar estaba dedicado generalmente al santo "titular" del mismo, en nuestro caso, una imagen de Santa María Magdalena[3] en talla. Luego complementándolo todo solían insertarse escenas de la vida de Cristo y finalmente, alguna sobre algún santo que por algún motivo mereciera dicha deferencia. Luego estaba la predela, auténtico gallinero en sentido escénico, donde estaban los santos "del montón", aquellos cuyo recuerdo perduraba pero que nunca habían gozado de la titularidad o bien la habían perdido con el paso del tiempo.

En el caso de María Magdalena, una escultura de dicha santa (hoy conservada todavía en la iglesia del pueblo de Santamera) ocupaba la posición más destacada del retablo, donde hoy se ha situado una imagen de la Virgen María. Luego aparece en otros lugares del retablo, pero curiosamente el pintor aparenta haberse cohibido en las posibles representaciones de la misma. Para explicarme mejor será necesario hablar algo del personaje representado en sus dimensiones real e imaginaria.

María Magdalena, tal como se la conoce popularmente, aparenta ser una agregación de tres mujeres distintas, que conocieron o siguieron a Cristo: la pecadora anónima que, durante una comida en casa de Simón el Fariseo, unge los pies de Cristo con perfume y los seca con sus cabellos; María de Betania, hermana de Marta y de Lázaro, que se unió a los seguidores de Jesús, lo recibió en su casa y le persuadió para que resucitase a su hermano muerto; y finalmente María de la ciudad de Magdala, que estaba poseída por espíritus malignos y que Cristo expulsó, la cual está presente en la crucifixión y en el entierro de Cristo, y tiene la dicha de ser la primera de verle resucitado. De esta combinación de personajes y luego un increíble cúmulo de historias mas o menos disparatadas surge un personaje curiosísimo que gozó del favor popular durante la edad media, algo así como San Jorge y el Dragón, santos como mínimo de dudosas biografías bajo cuya protección se colocaban reinos enteros en un alarde de ingenuidad. Incluso se le añadieron detalles biográficos de una santa egipcia homónima: Santa Magdalena Penitente, antigua prostituta. De esta agregación de identidades surgió un patronazgo de la santa para un conjunto muy diverso de colectivos: peluqueros, perfumistas, prostitutas y jardineros.

¿Y Santa Emergenciana?

Antes de entrar a discutir las distintas representaciones de María Magdalena en el retablo, no me gustaría dejar de constatar la ausencia de cualquier representación de una santa mártir en el retablo; de hecho, el único personaje que podría quizás confundirse con una jovencita (santa Emerenciana murió muy joven, como Santa Inés) y eso estando algo corto de vista, figura en la predela.

San Juan Evangelista retratado en la predela del retablo
Personaje de rasgos andróginos en la predela

De todos los representados, nuestro personaje es el único no barbado, y se le representa de menor estatura y de complexión más débil que el resto. Quizás podría pasar por una mujer, pero su actitud de bendecir y el cáliz que sostiene en su mano izquierda es un claro atributo (eso sí, basado igualmente en una leyenda apócrifa) de San Juan Evangelista. Igualmente carece de símbolos habituales del martirio, propios de Santa Emerenciana.. En fin, se corresponde claramente con un personaje al que los pintores renacentistas encontraron grato darle un carácter andrógino en sus representaciones juveniles, de la misma manera que ocurría con su homónimo Juan (Bautista).

María Magdalena en el retablo

El anónimo artista del retablo tuvo la posibilidad de escoger para su representación una enorme variedad de escenas, de entre la iconografía oficial de la santa. Estas combinaban libremente episodios de los tres personajes del nuevo testamento antes mencionados, en todo caso muy parcos y austeros, añadiendo para compensar enormes dosis de historias disparatadas y truculentas procedentes de leyendas medievales, que Santiago de la Vorágine, obispo de Génova, recopilo en una obra de resonante éxito, "La Leyenda Dorada" [4] .

Episodios evangélicos donde figura nuestro personaje equivocadamente

En este caso, se trataría de una de las personalidades individuales que alberga el personaje colectivo conocido como "María Magdalena" en el cristianismo popular. Se trataría de la pecadora anónima que unge los pies de Jesús (Lc 7, 36-50) en casa de Simón el Fariseo. Como vemos, no se trata de la auténtica "María de Magdala"; sin embargo, el pintor si pretende que lo sea, pues la representa con un aura de santidad, que la pecadora no poseía.

Escena donde una mujer con orla de santidad unge los pies de Jesús hallándose este comiendo en casa de Simón el Fariseo

Episodios evangélicos donde el personaje no aparece, cuando podría aparecer

Jesús con la cruz a cuestas camino del Calvario Escena de la Crucifixión, con Jesús crucificado con la Virgen María y San Juan flanqueándolo
Jesús con la cruz a cuestas y escena de la crucifixión: el pintor ha escogido ignorar la presencia de María Magdalena en ellas y centrarse únicamente en la Virgen María

Tanto en el camino del Calvario como en la crucifixión las escrituras nos informan de la presencia de María de Magdala, entre el grupo casi exclusivamente compuesto por mujeres que acompañaron a Cristo al lugar del suplicio. Quizás se pueda aducir falta de espacio -en concreto en la crucifixión la cruz está truncada en la parte superior- pero en todo caso el artista no mostró interés en representarla.

Episodios evangélicos donde la santa interviene y así se representa en el retablo

Escena del Llanto sobre Cristo muerto, en la que aparece María Magdalena
La Virgen María, San Juan y María Magdalena en la escena del llanto sobre Cristo muerto

Por fin, nuestro artista parece atinar por primera y última vez con la historia real de nuestra santa, haciéndola figurar en el grupo conocido como Piedad o Llanto sobre Cristo Muerto. Algo es algo.

Episodios apócrifos

El retablo dedica una sola tabla a las leyendas apócrifas. En este caso la elección del artista denota bien a las claras el motivo de su elección: no la representación de una de las absurdas y antiestéticas historias del repertorio, sino de otra en la que podía dar por una vez rienda suelta a su espíritu admirador del arte clásico, asimilando la santa a un personaje mitológico asunto al cielo, tal cual Ganímedes, sin recibir quejas por atentado a la moral. Así, la santa aparece en bella pose, asida por querubines. Está en posición frontal, desnuda excepto por un paño de pureza, pero mostrando bien a las claras su naturaleza femenina; esto contrasta con las iconografía "oficial" de dicha ascensión, en que casi parece un osito de peluche volante, pues la historia narraba que su cabello era tan largo que la cubría enteramente. Que duda cabe que como resultado de la libertad tomada por nuestro artista el resultado mejora sobremanera. Aunque unos buenos pinceles podían obrar igualmente "milagros".

La Asunción de la Virgen La Asunción de María Magdalena
La Asunción de la Virgen María, según la tradición cristiana ocurrida tras su muerte Una de las cotidianas asunciones de María Magdalena en el trascurso de su vida como penitente, según la leyenda de su vida recogida por Jacobo de la Vorágine

En los extremos superiores del retablo, ocupando sitios contrapuestos, aparecen dos imágenes dispuestas con un claro deseo por parte del artista de establecer un paralelismo entre las mismas[3]. Por una parte, en el lado del evangelio nos encontramos con una imagen arquetípica de la asunción de la Virgen María en cuerpo y alma a los cielos tras su muerte, con un atuendo que podríamos asimilar al de una monja medieval. En el lado dela epístola, una figura femenina casi desnuda y sin embargo coronada por una orla (señal de santidad), María Magdalena, que asciende igualmente a los cielos, pero sin haber muerto todavía.

Epílogo

En fin, espero con estas líneas haber devuelto a María Magdalena el honor de haber dado origen al topónimo "Santamera". Y en el caso de que sido intento haya sido infructuoso, haber deleitado al amigo lector con unas imágenes que a pesar de ser de autor "anónimo", este anonimato es fruto más de nuestra poca valía como estudiosos que de los méritos del artista.

Hasta otra.

Referencias

[1] La grafía "MAYRE" bien pudiera tratarse de una latinización del escritor de la crónica de un nombre en lengua vulgar. Así, de un modo similar al que convierte "santa maría" en "sanctae mariae", podríamos tener que "sancte mayre" podría realmente corresponderse con "sancta mayra" y MAYRA es una de las variadísimas formas del nombre MARIA. Por otra parte, el término "mayre" significa MADRE en lenguas/dialectos tales como el occitano y provenzal, pero aquí carecería de sentido (¿"sancte mayre municipium" = "municipio de santa madre"?).

[2] Justo Pérez de Urbel, Atilano González Ruiz-Zorrilla, Historia Silense, Madrid 1959, página 195

[3] En caso de interpretarse "sancte mayre municipium" como "municipio de sancta mayra" todavía quedaría el discernir si se trata de la María por excelencia (la Virgen) o de la Magdalena. En otras palabras, discernir entre las nada ambiguas fórmulas latinas estandarizadas de "Sanctae Mariae Virgine" o bien "Sanctae Mariae Magdalenae". Baste recordar que nuestra geografía está salpicada localidades que se llaman "Santa María de...". Curiosamente, entre la Virgen María y María Magdalena ha existido desde siempre una ambigüedad que nace de la propia identidad de sus nombres y luego se complica por las disquisiciones de los antiguos teólogos.

Debido a que la Muerte había sido traída al mundo por una mujer, de modo que el género femenino fuese siempre reprochado, [Dios] deseó anunciar a los hombres el gozo de la resurrección a través del sexo femenino... Y así como a través de la bendita María, siempre virgen, quien es la única esperanza del mundo, las puertas del paraíso se han abierto para nosotros y se ha negado la entrada a la maldición de Eva, así a través de la bendita María Magdalena el deshonor del sexo femenino ha sido aniquilado.. Asi, María [Magdalena] deberá interpretarse como "stella maris".. (Odo de Cluny, In veneratione sanctae Mariae Magdalenae)

[4] The Golden Legend or Lives of the Saints , Compiled by Jacobus de Voragine, Archbishop of Genoa, 1275 First Edition Published 1470, Englished by William Caxton, First Edition 1483, dentro del proyecto Medieval SourceBook. Para ser justos con el obispo de Génova, la leyenda en torno a María Magdalena es obra anterior, de los abades de Vézelay (Francia), quienes en 1039 anunciaban a una multitud enfervorecida como habían descubierto el paradero de los restos de la santa en suelo francés y se habían apropiado de ellos, trayéndolos a su abadía. La Abadía de la Madelaine sería el centro a partir del cual entre la segunda mitad del siglo XI y el siglo XIII el culto de la santa se propagase con rapidez por toda Europa. Recordemos en este momento que los primeros obispos de Sigüenza son todos de origen francés, trayéndose a sus familias, sirvientes, etc. consigo. Lo que hizo el obispo Santiago fue añadir una serie de historias que complementaban la endeble historia que el abad Godofredo compuso en su día para justificar la presencia de las reliquias en Borgoña.

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