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Marcos Nieto, Abril 2018
En la primavera de 2018 paseábamos por Cuenca cuando nos encontramos con un grupo de curas de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara, casi todos conocidos, que estaban de reunión conciliar; iban acompañados por el responsable del Museo Diocesano, por lo que aprovechamos para preguntar si conocía alguna representación de la patrona de Sigüenza, Santa Librada. Afortunadamente uno de los presentes -José Félix Bricio- nos mencionó que en la localidad de Villanueva de la Jara él había visto en una capilla lateral de la Basílica de la Asunción a nuestra santa.
La noticia nos llenó de alegría y ni cortos ni perezosos nos encaminamos para dicho lugar.
Una vez en Villanueva de la Jara, que ostenta el título de villa otorgado por los Reyes Católicos, Ignacio, del Centro Turístico local, nos mostró algunos de los monumentos más interesantes de la villa, entre los cuales destaca, sin lugar a dudas, la parroquia del lugar, la enorme basílica de Nuestra Señora de la Asunción. La verdad es que para los que no conocemos bien la zona sorprende mucho ver tantas obras del renacimiento italiano o inspiradas por éste en el corazón de La Mancha, pero es así. Recuerdos de un esplendor del cual quedan restos, a pesar de la incuria humana. Tras ello, un barroco realmente espléndido, donde se adivina influencia levantina y andaluza y en el cual se enmarca la casi desconocida imagen de Santa Librada.
En la majestuosa basílica de Nuestra Señora de la Asunción tenemos una serie de capillas laterales, la más vistosa de las cuales resulta ser la de la Virgen del Rosario. Su particularidad estriba en poseer una decoración a la vez abigarrada y elegante, de delicado colorido, en el que coexisten arquitecturas fingidas pintadas con otras reales, haciendo amplio uso del estuco. Las pinturas versan fundamentalmente sobre la vida de la Virgen María, pero en lugares secundarios se representan en posición simétrica cuatro santos, perfectamente identificables gracias a poseer todos su cartela identificativa. Debido a su muy diversa naturaleza, únicamente se nos ocurre que correspondiesen a los que se supone profesarían especial devoción [1] los promotores de la capilla:
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La Capilla del Rosario, presidida por el retablo con la imagen titular y mostrando las paredes del recinto totalmente recubiertas por pinturas barrocas de muy hermosa factura
Las pinturas se atribuyen al pintor Felipe Navarro, de origen valenciano [2]. Realizó trabajos en la zona en torno al año de 1730. A pesar del valor y armonía del conjunto, pasados los años y estando en boga el arte neoclásico, tanta efusión barroca se consideraba de mal gusto, por lo que se decidió si no taparla, sí estorbar su contemplación. Para ello se colocaron dos altares emparejados a ambos lados de la capilla, en aquellas paredes donde la decoración pintada era más destacada. Afortunadamente la colocación de estos altares no afectó en absoluto a los santos pintados en los rincones.
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La bóveda estucada que cubre el cuerpo central de la Capilla del Rosario. Buena muestra de exhuberancia decorativa
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Fresco con una imagen de San José y el Niño Jesús, con huellas tanto de haber estado tapado por un retablo como de una humedad que hace estragos en el conjunto. En el esquinazo que forma dicho muro lateral con el arco toral de la capilla se aprecia la representación de uno de los santos antes comentados: San Mateo.
Durante la Guerra Civil Española (1936-39) Albacete y Cuenca permanecieron firmemente en manos republicanas. Villanueva de la Jara fue sede de destacamentos de las Brigadas Internacionales, siendo incautados los edificios religiosos y reaprovechado todo aquello que tuviese algo de valor (los tubos de los órganos, elementos de bronce, etc.), vendidos en el mercado clandestino del arte o destruidos por su significación religiosa. En el edificio del que nos ocupamos, esto se tradujo en la desaparición de todas las monumentales esculturas del altar mayor y de numerosos elementos decorativos igualmente significativos por su valía artística [3].
Algo similar pasaría con las capillas laterales, entre ellas la del Rosario. Los retablos neoclásicos laterales sufrirían la pérdida de sus imágenes e incluso de elementos estructurales, tales como columnas. En dicho penoso estado permanecerían durante largos años una vez terminado el conflicto, hasta que recientemente se pensó en ellos para volver a ocupar las capillas laterales del templo que perdieron todo lo que tenían. Al retirarlos, aparecieron las pinturas murales, algunas en muy mal estado de conservación, pero mostrando bien a las claras la valía del conjunto. A diferencia de cuadros e imágenes, que durante meses fueron robadas o destruídas, las pinturas murales permanecieron ajenas a la barbarie imperante. Digámoslo a las claras: Santa Librada se libró de milagro de engrosar la enorme lista de pérdida de patrimonio histórico-artístico de aquellos años, simplemente porque estaba pintada en la pared y disimulada tras los elementos que sí tuvieron que encajar todos los embites destructivos.
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La representación de Santa Librada existente en la Capilla del Rosario. La identificación es inequívoca, al estar acompañada por una cartela explicativa
La escena es de una gran simplicidad y a la vez de muy acertada composición. En posición central aparece la santa crucificada, vestida con larga túnica de color blanco, salpicada de pequeños motivos florales. Sin lugar a dudas, esta iconografía está estrechamente emparentada con la que consagró definitivamente Luis Salvador Carmona poco antes de 1748, con su Sta. Librada Crucificada de la Pontificia Basílica de San Miguel en Madrid, y popularizada mediante grabados. Acompañan a la santa tres figuras más:
Por la fecha que se baraja para su composición -década de 1730- esta obra es enteramente coetánea de la Sta. Librada conservada en Peñas de San Pedro (Albacete), obra de bulto fechada inequívocamente en 1731 y acompañada de la dedicatoria de la finalización del templo, fruto de arquitecto Cosme Carreras. En la obra albacetense -situada en el tambor de la cúpula, juntamente con otras siete hermanas de la santa- la figura aparece sola, con una vestimenta muy parecida, con la única diferencia de portar una corona en su cabeza. Esta imagen también se salvó de la destrucción que acompañó a buena parte de aquel templo, al estar situada en las alturas y totalmente innaccesible a los actos vandálicos, a excepción quizás de lo que parecen huellas de balazos con las que se quiso mutilar la decoración demasiado alejada.
El mismo carácter "escondido" que salvó en buena parte de la destrucción a la santa en Villanueva de la Jara la protegería muchos años después de una amenaza igualmente seria pero de muy diversa índole. Nos referimos a la lenta campaña de desprestigio que culminaría en el año 1961, en que se arrebataría a la santa el patronazgo de la diócesis de Sigüenza que ostentaba desde mucho antes de su restauración en el siglo XII. Eran los años del Concilio Vaticano II, en la que se realizó una gran poda de santos que no se consideraban ejemplos adecuados para los católicos de los tiempos modernos, y Librada fue una de las primeras en caer. Sus imágenes fueron retiradas del culto a toda prisa, disueltas sus cofradías, los edificios a ella dedicados abandonados a su suerte y hasta su mera mención era desaconsejada. Las instrucciones papales dirigidas al clero de la diócesis seguntina no dejaban el menor resquicio de duda en cuanto a los objetivos fijados de aniquilación completa de su culto [4]:
El obispo y el clero secular y regular prudente y cuidadosamente procuren que cualquier culto en honor de dicha Santa Librada de forma discreta y paulatina vaya desapareciendo absolutamente
Nuevamente aquí se habría dado la circunstancia de que si la imagen hubiese sido de carácter mueble (cuadro u escultura) habría sido retirada y vendida o almacenada en trasteros como buena parte de las representaciones de la santa en el resto de España. Sin embargo, al estar pintada al fresco en una desvencijada capilla de un templo semi saqueado, nadie reparó en ella. Como ya comentamos, únicamente en fechas muy recientes se ha estudiado el conjunto adecuadamente y sus diversos componentes han sido dados a conocer.
[1] La devoción a Santa Librada estaba muy extendida en los territorios de la antigua diócesis de Sigüenza, avanzando por tierras de Teruel para diseminarse ampliamente por las regiones manchegas, levantinas y murcianas. Desgraciadamente la Guerra Civil Española ocasionó en dichos territorios pérdidas patrimoniales tan grandes que únicamente en tiempos recientes se están dando a conocer ejemplares que providencialmente se salvaron entonces de la destrucción sistemática. [NIETO JIMÉNEZ, Marcos. "Santa Librada. Lo que se esconde detrás". Aache Ediciones 2017, pp. 151-152]
[2] Felipe Navarro nacería en Valencia en torno a 1680. Coincidió con el gran pintor y muralista Antonio Palomino en las decoraciones realizadas por éste último en la iglesia de San Juan del Mercado en Valencia [MARTÍNEZ MARTÍNEZ, José Luis. "Felipe Navarro y el programa iconográfico del santuario de la Virgen del Remedio de Utiel", Ayuntamiento de Utiel 1993].
[3] Urbipedia: Basílica de Nuestra Señora de la Asunción en Villanueva de la Jara
[4] ASENJO PELEGRINA, Juan José, "¿Nos debemos resignar a que la devoción y el culto a Santa Librada se pierdan para siempre?", Ábside. Boletín de la Asociación de Amigos de la Catedral de Sigüenza, 5, agosto 1998, p. 22.
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