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El As de Corazones

Marcos Nieto, Abril 2008

Desde que decidí incluir en éstas páginas una relación de algunos de los hallazgos arqueológicos aparecidos en Sigüenza, mi prioridad ha sido recoger los testimonios existentes sobre los mismos, intentar resolver en lo posible las contradicciones que afloran en la descripción de los mismos y ofrecer el conjunto al lector. Una característica común a todos ellos ha sido la lejanía en el tiempo del momento de su descubrimiento (¡el más reciente data de 1931!) y que la mayor parte de ellos se halla en paradero desconocido en la actualidad.

En esta ocasión, voy a intentar recoger algo inusual que apareció en esta ciudad en un sitio bastante innoble -una escombrera siempre lo es- y del cual no conservo ningún testimonio, ni siquiera fotográfico. No tengo constancia siquiera de si dicho hallazgo fue recogido por alguien con más medios que yo o bien sería simplemente destruido. Las interpretaciones sobre lo que constituía no son más que hipótesis, basada en la sorprendente similitud con algo geográficamente lejano. En fin, hechas las oportunas advertencias, prosigamos.

El "descubrimiento"

Dónde

La acción se sitúa en Sigüenza, en los finales de la década de 1970. El lugar sería las cercanías del castillo, en aquel entonces recientemente inaugurado Parador Nacional de Turismo. Concretando en mayor medida, estamos en las cercanías de la zona conocida como "Las Peñuelas"; un lugar donde se vierten escombros de manera más o menos controlada procedentes de la construcción. Este vertedero estaba situado de tal manera que era rodeado por el camino que conducía desde las Eras del Castillo -todavía en uso por aquel entonces- hasta los parajes conocidos como "El Oasis" y "El Bosque", en las estribaciones del Pinar.

El vertedero en cuestión se conserva hoy, aunque prácticamente en desuso. Los escombros se arrojaban en la parte superior y se desparramaban por la ladera abajo. Por gravedad, aquellos de mayor peso y dimensiones tendían a acabar al pie del montículo troncocónico en formación. Estos restos que evitaban ser sepultados como el resto solían ser piedras informes de gran tamaño o sillares. Muchos de ellos eran recogidos para su reutilización en las numerosas obras que entonces, como ahora, estaban en marcha en la ciudad.

Una vista de la curva del camino que conduce al Oasis, con una zona de tierra removida con un cúmulo de piedras en su centro, que representa la parte superior del talud de la escombrera. Al fondo, la ciudad de Sigüenza

La escombrera, en la actualidad, con el camino que la
circunda en primer plano y el castillo al fondo. Es en esta
superficie superior donde se depositan los escombros
y éstos caen ladera abajo por gravedad

Cómo

Un día, al ir paseando camino del Pinar, me fijé que había unas piedras de grandes dimensiones que habían rodado hasta casi invadir el camino. Eran una pareja de características prácticamente idénticas y su tamaño ya de por sí las hacía inusuales: mucho más si se acercaba uno a examinarlas. Me imagino que mucha gente conservará memoria de las mismas, pues estaban situadas en un lugar muy transitado.

Una imagen con una figura humana al pie del talud de la antigua escombrera. En primer plano el camino hacia el Oasis y en el fondo, a la derecha, las tapias de El Bosque y castillo

La falda de la escombrera, en la actualidad en desuso. La figura está
situada aproximadamente donde estaban las piedras

Las dos tenían una forma extraña, caprichosa: un CORAZÓN. Y no fruto de la casualidad, sino perfectamente tallado, trazado a escuadra, todavía mostrando en sus caras superiores trazas de los canteros. Sus superficies eran perfectamente lisas. Su color era el de la piedra arenisca rosado-verdosa que tan común resulta en algunos de los edificios de la zona. Una de ellas presentaba un desperfecto importante en su lateral derecho, antiguo, que no impedía  mostrar su forma inequívoca. En sus caras planas tenían una coloración algo más blanquecina, como si hubiesen estado trabadas con cal. Su estado de conservación era bueno, aunque algo magulladas, habida cuenta de que habían rodado ladera abajo entre escombros. ¡No estaban tan limpias como en mi reconstrucción!

Una vista en detalle del pie del talud, con mi hijo que pacientemente me sirve para indicar las proporciones y la recreación virtual de las piedras con forma de corazón. Al fondo, nuevamente el castillo

Una reconstrucción de como aparecieron las piedras. No
conservo ningún testimonio gráfico del hallazgo.

Tan curioso me resultó el hallazgo que no pude menos que consultárselo a mi padre. En un principio le resultó excesivamente chocante lo que le contaba, pero decidió acercarse a verlo. Una vez allí, convino conmigo que aquello no merecía la pena que acabase enterrado por el talud o reutilizado como piedra, como el resto de los sillares y acordamos sacarlo de allí. Por su peso y dimensiones no era factible realizar el traslado personalmente, por lo que me sugirió que se lo pidiera a Cándido, chatarrero que vivía en la calle de Valencia, ya cercana a las eras. Así lo hice y Cándido -persona de la que guardo grato recuerdo- ni corto ni perezoso cogió un carrito metálico y se dirigió para el lugar, sin prestar mucha atención a mis advertencias de que me parecía el vehículo escogido bastante insuficiente para la tarea. Al llegar allí, todavía recuerdo su cara de asombro ante el tamaño de los pedruscos a transportar, que habrían aplastado el carrito en el caso bastante improbable de que hubiéramos tenido fuerzas para colocarlos en el mismo.

De vuelta a casa, comuniqué a mi padre lo infructuoso de la misión. Todavía realicé otra gestión para que trasladasen las piedras -hablé con un operario que manejaba una pala excavadora en la calle Valencia- el cual dijo que iría a recogerlas, pero luego no supe nada más. Al poco, volví al lugar y las piedras habían desaparecido. La posibilidad de recoger las piedras como testimonio había desaparecido: tocaba ahora intentar averiguar de donde procedían.

De donde

Pasaron los días sin que nadie recordase nada de las piedras en cuestión cuando se les mencionaban. Hasta que un día, hablándolo con nuestro vecino Víctor Antón, nos contó que había estado trabajando por aquel entonces en las huertas cercanas pero no contiguas al convento de las Ursulinas, cavando para la cimentación de una construcción, y se toparon con la cimentación de un edificio anterior, de muros tan fuertes que costó mucho esfuerzo romperlos, y aparecían numerosas monedas, de las cuales no me pudo ofrecer ningún ejemplar, para haber intentado su datación. Sin embargo, el no podía afirmar ni desmentir que las "piedras con forma de corazón" que yo le describía procediesen de allí, pues sabía que en la zona aparecían frecuentemente piedras labradas y nadie llevaba cuenta de ello.

Olvido

Ahí se quedó todo. De vez en cuando preguntaba si alguien sabía algo de ellas o que podrían ser. En numerosas ocasiones he aportado estos datos a arqueólogos, siendo la mayor parte de las veces recibidos por un silencio piadoso, y nunca han merecido ser recogidos en ninguna parte (que yo sepa). A mi mismo me resultaba entonces un poco vergonzoso hablar de unas piedras "con forma de corazón". Aunque solo sirva para quitarme esta fustración, en cuanto he visto algo similar me he decidido a publicarlo. Perdone el amigo lector las prisas, pero es que son muchos años esperando.

Una posible interpretación

Hace poco y por pura casualidad, admiraba las fotos que algún turista había colgado en internet de sus vacaciones en Turquía. Muchos son los atractivos de dicho país, pero para mi los más interesantes son los que conciernen al pasado greco-romano y bizantino. Entre las imágenes de las ruinas de la antigua ciudad de Pinara, de la cual no había oído nunca hablar, vi de pronto algo increíblemente similar a lo aparecido en Sigüenza. Rebuscando algo más, logre incrementar el número de registros fotográficos, que permitían hacerse una idea mejor de lo que allí se conserva.

Esquema que representa la zona de Grecia y Turquía con los nombres de las ciudades más representativas del periodo clásico. En la zona costera turca, frente a la isla de Rodas, se representa la situación de la ciudad de Pinara

Esquema de Grecia y Asia Menor en tiempos helenísticos.
El círculo indica la localización de Pinara

Vista de Pinara en la cual aparecen dos piedras en forma de corazón. En primer plano, una que se apoya sobre una de sus caras planas, con el vértice apuntando al espectador. Tras ella, otra tumbada, mostrando la parte correspondiente a las aurículas del corazón

Sillar del templo de Afrodita. Pinara (Turquía)

Dos sillares con sección en forma de corazón, uno de triple altura que el otro. Al igual que el resto de piedras, aparentan estar constituidas de una caliza muy meteorizada Otra pareja de sillares, uno levantado de modo que muestra su forma de corazón al espectador y otro tras él en posición erguida

Sillares de distintos tamaños [2]

Otros sillares, de los muchos que jalonan el lugar [2, el cual por cierto tiene un curioso parecido con el pinar seguntino

Indagando sobre los que aparecía en las imágenes anteriores, aprendí que los sillares que presentan dicha forma son denominados CORDIFORMES (lit. forma de corazón) y que representan una solución original a un problema arquitectónico que se nos antoja bastante raro (conflicto de la esquina dórica), pero que en su día trajo a los arquitectos griegos de cabeza y supuestamente coadyuvó -juntamente con otros factores- al abandono del orden dórico y al triunfo del jónico. La solución representada por estos pilares tuvo su origen en los reinos helenísticos del Asia Menor y alcanzó muy escasa difusión fuera de dicho ámbito territorial.

Dibujo que representa la sección de un sillar cordiforme procedente de Egipto, presentando acanaladuras en su exterior que denotan su pertenencia a una columna de fuste estriado

Sillar cordiforme conservado en
el Museo Municipal de Alejandría
[Fig. 22b de la refª 3]

Interesting forms were produced by the meeting of one column with another at an internal angle, and the combination of a column with a rectangular pillar or pier. The first of these produced the "cordiform" pier, which is often of true heart-shape on plan, but there was sometimes a quarter-round at the internal angle. A fragment in the Municipal Museum at Alexandria shows an exceptionally large angle hollow (fig. 22 b). This pier was evidently Doric and it is quite possible that the full details were swept round the internal angle. [3]

Otros emplazamientos

Buscando más imágenes, he encontrado un territorio donde esta fórmula arquitectónica logró gran favor: la región de fronteras poco precisas conocida como Tierra Santa. Así, Herodes el Grande las empleaba frecuentemente en sus magníficas construcciones, como el fuerte de Alexandrium, cerca de Nablus.

Sillares cordiformes en la fortaleza herodiana de Alexandrium.

En la región de Galilea su presencia en las sinagogas de tiempos cercanos a la vida de Jesucristo es tan frecuente que sirve para identificar dichos templos en esa zona. Su diseño se escogía para el pilar situado en la esquina donde dos hileras de columnas se encontraban. 

Corte transversal de la sinagoga de Tel-Hum (reconstrucción). Se resaltan en rojo
las columnas de las esquinas, de sección cordiforme [4]

Vista en planta de la sinagoga de Tel-Hum (detalle). Se destacan los pilares cordiformes en las esquinas [4]

 

Pilar cordiforme y capitel en su ubicación original (Gamla, Altos del Golán)

Sinagoga de Cafarnaum. Haz de columnas de sección cordiforme

 

Epílogo

En fin, tanto si aquellas piedras tenían origen en un templo de características inusuales en Occidente o de si se trataba de un experimento fallido de un cantero actual con vocación clasicista, me alegro de poder ofrecer imágenes de elementos enormemente similares. Así el lector podrá hacerse una idea lo más exacta posible de como eran aquellas piedras que fueron arrojadas a la escombrera en Sigüenza hace ya unos cuantos años. Por supuesto que me encantaría lograr así alguna noticia adicional sobre ellas, tanto sobre su dudoso origen, como si alguien decidió conservarlas como curiosidad, si aparecieron más, etc. ¡Hasta otra!

Referencias

1. PINARA (Minare Ky) Lycia, Turkey.
About 17 km N-NW of Xanthos. The site is proved by inscriptions and by the evident survival of the name, of which the old Lycian form was Pinale. According to Menekrates of Xanthos (ap. Steph. Byz. s.v. Artymnesos) the name means round, with reference apparently to the rounded shape of the precipitous hill on which the city originally stood. A dozen inscriptions in the Lycian language have been found on the site. Pinara has no recorded history apart from Menekrates' assertion that it was founded by colonists from Xanthos, and Arrian's statement that it surrendered quietly to Alexander. In the Lycian League Pinara was one of the six-vote cities, and issued coins in the 2d-1st c. B.C.; no imperial coinage, however, is known. Bishops of Pinara are recorded down to the end of the 9th c. [The Princeton Encyclopedia of Classical Sites, Edited by Richard Stillwell, Princeton University Press 1976]

2. Imágenes obtenidas de Flickr

3. Theodore Fyfe, Hellenistic Architecture - An Introductory Study, Read Books, 2007, pp. 78-79

4. William G. Tachau The Architecture of the Synagogue. American Jewish Year Book vol. 28 (1926-1927)

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