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Sonidos del pasado remoto

Marcos Nieto, abril 2017. Retocado en abril 2018 para añadir notas sobre la misma costumbre en Valdelcubo. Retocado en abril 2022 para hacer notar la presencia (pero no el uso) de caracolas con el mismo fin en el altar de la iglesia parroquial de Saúca, así como la reconstrucción del sonido de un ejemplar de 18.000 años encontrado en un yacimiento pirenaico francés del periodo Magdaleniense.

Grabación sonido caracola Palazuelos

El sonido de la concha de Marsoulas, tan semejante a los actuales

Hace algún tiempo llamó mi atención un artículo periodístico aparecido en la prensa barcelonesa en 1971. En estos días me he concedido la suficiente libertad como para saber que hay de cierto en ello.

Costumbre generalizada en algunas zonas de Atienza y Sigüenza es la de sustituir las carracas de Semana Santa por caracolas marinas durante los días en que las campanas enmudecen. Suenan como trompas de caza o sirenas de barco en peligro, y se oyen casi a tanta distancia como las campanas.

Es esta una tradición que se remonta, al parecer, a época anterior a la pérdida de nuestras colonias, cuando los soldados, al recibir el canuto con la licencia, regresaban al pueblo trayendo recuerdos de su estancia en Cuba o Filipinas, entre ellos, las caracolas. No de otra manera puede explicarse esta costumbre, más propia de zonas marinas que de tierras interiores, que distan casi 500 kilómetros del mar.

Monje Ciruelo, "La Semana Santa en La Alcarria", La Vanguardia, Barcelona jueves 8 de abril 1971, p. 6

Buscando precedentes

La costumbre descrita en el artículo anterior no es en absoluto reciente: de hecho es antiquísima, mucho más que las Guerras de África o de Filipinas que se aducen como posible origen. No en vano consituyeron el motivo por el cual muchos mozos conocerían el mundo fuera de los estrechos límites de sus pueblos, para servir desgraciadamente como carne de cañón; sus andanzas servirían para justificar todo tipo de tradiciones, al igual que anteriormente todo databa "de época de los moros", como yo personalmente he oído en infinidad de ocasiones. La explicación apuntada en el artículo periodístico falla en explicar el motivo por el cual un fenómeno a nivel nacional como sería el del regreso de soldados licenciados del frente de combate, únicamente dejaría rastro en los pueblos de una comarca del interior de la península.

Ya los romanos hacían referencia al uso como instrumento musical de las caracolas de determinados moluscos, atribuyéndolas a su vez a los griegos primitivos. El Renacimiento Italiano supuso una investigación intensa de los restos clásicos y la admiración que suscitaban éstos hacía factibles intentos por recrear diversos aspectos de la vida clásica deficientemente conocidos. Uno de ellos era el uso de los instrumentos de viento en los juegos de gladiadores del circo romano. Esta modalidad de entretenimiento de masas tenía a su vez origen en los combates a muerte entre prisioneros enemigos, que se realizaban como parte de los fastos mortuorios de los caídos en batalla.

Notemos que para los propios romanos el uso de estos instrumentos tenia algo de arqueológico, del mismo modo que el incorporar recreaciones de instrumentos medievales en los conjuntos actuales de música antigua. Se realizaba para dar un carácter atemporal a lo representado.

Pintura

Recreación renacentista de diversos Juegos Romanos (Salita de Juegos, Palacio Ducal, Ferrara)

Detalle de los tocadores de caracolas de la pintura anterior

Detalle de la composición anterior

Avanzando unos 2.500 años hasta nuestros días

Tras leer la noticia, inmediatamente me surgió la curiosidad de si la costumbre descrita existía realmente o era una divagación folklórica. Las primeras pesquisas resultaron totalmente infructuosas, pues la memoria es frágil y en la práctica actual muchos de estos detalles han sido silenciados (nunca mejor dicho) en un afán de "no quedar como antiguos". Un concepto muy actual. La modernidad (o lo que se entiende por ella) como un valor per se, que sin discusión alguna desdeña lo pasado.

A esta situación se añade igualmente la triste situación demográfica de la comarca seguntina, con una serie de pueblos que no tienen más vida que en el transcurso de las fiestas nacionales o los puentes festivos de ciudades como Madrid. Pocos quedan en ellos nacidos en el lugar, y menos todavía los que realmente han pasado años allí cuando el pueblo todavía conservaba sus tradiciones, generalmente ligadas en torno a sus iglesias parroquiales y ermitas, testigos de su pasado.

Excuso decir que muchos de los nuevos habitantes ignoran completamente el pasado del lugar que han escogido como residencia. Muchos templos permanecen buena parte del año cerrados sin culto y cuando abren apenas reunen en ocasiones un puñado de fieles. Los viejos pendones concejiles, los recuerdos de un pasado que sus habitantes consideraban glorioso, están en condiciones deplorables o desaparecidos, en muchas ocasiones ante la indiferencia de los vecinos, que prefieren identificarse con tradiciones absolutamente ajenas pero percibidas como más modernas, impuestas sin descanso por los medios.

Viendo el panorama, despertó una gran alegría conocer que todavía subsiste alguna de estas tradiciones, y curiosamente no muy lejos de Sigüenza, en el hermoso pueblo amurallado de nombre Palazuelos. Allí, en la procesión que celebran en Viernes Santo, todavía se empleaban instrumentos tales como caracolas y carracas, además de cantos tradicionales.

Más tarde pude comprobar como Monje Ciruelo había publicado once años antes que en el artículo de La Vanguardia sobre este mismo ritual, en su pueblo natal, que era precisamente Palazuelos.Habiendo transcurrido 57 años desde entonces, mucho de lo descrito no podemos sino imaginárnoslo. Sin embargo, otros aspectos de la tradición parece haber pervivido hasta nuestros días.

"En las puertas de las iglesias, a la hora de los actos religiosos, los jóvenes se disputan el privilegio de arrancar de la caracola su característico sonido [...] La noche del Viernes Santo la caracola suena incesantemente durante la procesión del Santo Entierro. Delante de la triste comitiva van los mozos relevándose continuamente en el uso de la primitiva trompa… Los vecinos de dos aldeas próximas que carecen de sacerdote y, por tanto, de cultos durante la Semana Santa, advierten el desfile procesional en la oscuridad de noche por el parpadeo de los faroles y por el sonido de la caracola, y encienden grandes hogueras en las afueras de sus pueblos como una participación simbólica en la procesión del pueblo vecino"
Luis Monje Ciruelo. Caracolas marinas en vez de campanas en la Semana Santa de algunos pueblos. Nueva Alcarria, 9 de abril de 1960.

El instrumento como tal es una concha del molusco Charonia lampas, la "Corneta de Tritón", tradicionalmente obtenido en Galicia y conocido popularmente como cuerno o bocina (término que rememora la buccina de las legiones romanas, instrumento metálico de viento). Horadado por su punta, gracias a su peculiar sonoridad sería empleado en múltiples ocasiones para congregar a eventos.

Vista delantera y trasera de una concha de Charonia lampas nodifera

Concha de Charonia lampas nodifera. Fuente Wikipedia

Viernes Santo en Palazuelos. La comitiva procesional que porta los pasos de la Virgen de los Dolores y Cristo Muerto abandona el templo parroquial, precedida por el tocador de la caracola

La procesión de Viernes Santo saliendo de la iglesia parroquial de San Juan Bautista

Un joven toca la caracola abriendo paso a la procesión

Detalle de como se toca la caracola.

Es muy espectacular la sonoridad de un instrumento tan simple, con un sonido sordo y grave que recuerda poderosamente a la sirena de un barco en la lejanía. Al igual que la embarcación avisando de su presencia para evitar colisiones, el tocador de caracola forma parte de la vanguardia, precediendo a la comitiva, avisando a los contornos del evento. Diversos pueblos responden a la llamada encendiendo grandes hogueras que se divisan en la lejanía, solidarizándose con los que marchan. En la cabecera de la procesión se disponen los niños tocando las carracas, algo que desde los más remotos tiempos se considera que ahuyenta los elementos hostiles (de modo similar a las campanas). Si añadiésemos que tradicionalmente los portadores de los pasos procesionales impersonaban a soldados romanos, e incluso se ataviaban remedando antiguos equipamientos militares (costumbre que pervive en la cercana Sigüenza), tendremos la imagen de una columna militar que se adentra en territorio enemigo, y trata de infundir pavor a sus adversarios, para que éstos rehúyan el encuentro.

El paso de La Oración del Huerto atravesando el arco del Portal Mayor de Sigüenza, llevado en andas por portedores vestidos a la usanza de soldados

Portadores de pasos en la Semana Santa de Sigüenza, los populares armados en alusión a su atuendo militar.

La villa de Palazuelos, además de su espectacular recinto murado, tuvo en sus inmediaciones importantes asentamientos romanos y visigodos. ¿Estamos ante una reminiscencia de antiguos rituales de batalla, incluso prerromanos?

Nota: Estaría encantado de recibir noticias del empleo de este peculiar instrumento en otros pueblos de nuestro entorno, aunque el uso se haya desgraciadamente perdido. Por el momento, se conserva a duras penas el recuerdo de la costumbre en La Barbolla e Imón. Tengo dudas respecto a Bujarrabal.

Valdelcubo: un pueblo donde la tradición persiste, aunque amenazada

NOVEDAD 2018. Cuando publiqué la pervivencia de la costumbre de tocar caracolas durante los Oficios de Viernes Santo en Palazuelos, un lector anónimo me hizo notar que en Valdelcubo también se hacían cosas similares. Este año visité el lugar, con la mala suerte de llegar tarde a los Oficios, pues es entonces cuando se toca la caracola, a diferencia de Palazuelos, donde también acompaña el recorrido de la procesión.

Es por lo anterior por lo que no dispongo de una grabación del sonido equivalente a la de Palazuelos: es un pendiente que tengo. También es de notar que en Valdelcubo -y a diferencia de Palazuelos- son las mujeres las que mantienen la tradición: ellas me comentaron que no fue siempre así y que antaño los muchachos iban tocándola al paso de la procesión -de modo similar a Palazuelos- pero por lo que pude comprobar, la tradición se ha perdido.

En Valdelcubo la procesión recorre el pueblo divida en dos grupos. El primero está constituido por el paso de Cristo Muerto y es portado por hombres. Siguiéndolo va el paso de la Virgen Dolorosa, portado por mujeres

Valdelcubo. La procesión de Viernes Santo recorriendo las calles del pueblo

Otra distinción curiosa que me hicieron notar era que la caracola tocada se denominaba realmente "caracol" y se caracterizaba por un sonido grave. Existía otra variedad de ejemplares más pequeños, denominados entonces "caracolas", que se empleaban cuando se deseaba una tonalidad más aguda.

La caracola empleada en Valdelcubo

Valdelcubo. El caracol empleado durante los oficios de Viernes Santo

Caracolas en Saúca

En las gradas del altar de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción se aprecian con facilidad un par de caracolas y una concha bautismal. Preguntando por las mismas, responden que se usaban en Viernes Santo, pero también con fines pastoriles.

Un par de caracolas en el altar de Sauca

Saúca. Las caracolas, actualmente en desuso

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