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Personaje misterioso

Marcos Nieto, Noviembre 2013

Panorámica de la parte superior del coro de la catedral de Sigüenza

Los dos atriles situados en los extremos de la balaustrada del coro de la catedral de Sigüenza

En el coro de la catedral de Sigüenza, una figura nos observa, como un maniquí encaramado a una balaustrada. Su presencia pasa desapercibida, en un conjunto tan rico. Seamos benévolos con ella y veámosla un poco más en detalle.

Vista frontal del atril con forma humana

Vista frontal del atril con forma humana

Imagen donde se aprecia como la figura está fijada sobre el borde de la balaustrada

La figura está representada de cintura para arriba, siendo una talla de madera de medio fuste (únicamente presenta relieve la parte frontal, siendo plana la parte posterior). Representa a un varón, de avanzada edad, con calvicie en la parte superior de la cabeza, con pelo largo y rizado en los laterales que cae sobre los hombros. La barba, abundante, es igualmente rizada. Se le representa vivo, con los ojos abiertos. La figura es de tamaño algo menor del natural, interrumpiéndose por encima de la rodilla.

Viste lo que parece una túnica, ceñida con un cinturón. Se cubre asimismo con una capa ladeada. Cubre los hombros lo que podría denominarse como cogulla. La ropa está dorada, excepto el extremo de una manga de camisa de color rojo que asoma en el brazo derecho y de la capa, de color azul o negro.

Porta una espada, no apreciándose sin embargo una vaina para la misma. La espada la sujeta de un modo extraño, aprisionándola con el brazo derecho a la altura del pecho. La empuñadura alcanza la altura de la boca del personaje. La extraña posición de la espada puede deberse al deseo del artista de evitar que su visión resultase entorpecida por el objeto –hoy perdido- que sujetaba la figura entre sus manos.

La figura hace ademán de sostener entre sus manos un objeto; dicho objeto habría estado sujeto entre la mano derecha, en posición superior, y la izquierda, en posición inferior. Se aprecia en la palma de la mano derecha falta de policromía donde se produciría probablemente el encastre del objeto sostenido y hoy perdido. Igualmente hay una pérdida de policromía en el centro de la imagen, junto al pecho, quizás consecuencia de haber estado el objeto fijado al mismo.

No hay indicación alguna de que el personaje tenga una categoría especial: no porta una corona real, ni aureola de santo, ni distintivos que denoten un carácter nobiliario. El hecho de carecer del objeto que portaba entre las manos nos priva de un elemento que sin lugar a dudas habría sido identificatorio.

Resumiendo:

Atril con forma de águila situado sobre la balustrada del coro, en el lado correspondiente a la nave del Evangelio

Atril con forma de águila;, situado en el lateral opuesto al del hombre barbado

Visión trasera del atril con forma de águila donde se aprecia el reborde donde apoyarían los libros

Detalle posterior del atril con forma de águila, donde se aprecia el soporte que posee para sostener los libros

Imagen en la que se puede apreciar que la escultura es plana por detrás para poder apoyar los libros

Imagen donde se aprecia el carácter de atril de nuestro caballero

La bibliografía hace una única y breve mención de nuestra figura, que transcribimos a continuación.

Indudablemente, cuando las tribunas de los órganos estaban en mejores condiciones, por no haberse ejecutado aun el retablo de Nuestra Señora de la Mayor, los cantores y músicos estarían en ellas, y así lo demuestra dos interesantes monumentos que restan de entonces, aunque recientemente han variado de lugar: son dos atriles que representan un águila y un hombre barbado con traje sacerdotal, posiblemente un diácono, en los cuales, siguiendo la tradición y el simbolismo de la Edad Media, se cantaban el Evangelio y la Epístola antes de trasladarse este servicio a los púlpitos de alabastro (1).

(1) También figura en las cuentas de 1531 la construcción de otros atriles portátiles, ejecutados por Juan de Amores y Diego de Luenga, en la cantidad de 13.141 maravedíes. [M. Pérez-Villamil, op. cit. página 245]

Postal de la catedral de Sigüenza anterior a 1936, donde se aprecia el atril con forma de hombre barbado en la balaustrada del coro

Postal anterior a 1936 donde se aprecia la figura y que muestra que ya por aquel entonces había perdido lo que sujetase entre las manos

¿A que se refiere cuando afirma que "recientemente han variado de lugar"? Ni dice cuando se cambiaron de sitio, ni cual era su emplazamiento original, aunque parece sugerirse que fuesen las "tribunas de los órganos". Su uso lo sitúa anterior a la construcción de los actuales púlpitos de alabastro (el de la Epístola, más antiguo, dataría entre los años 1495-6). Igualmente resulta muy extraño describir el atuendo de la figura como "traje sacerdotal, posiblemente un diácono". No parece vestimenta eclesiástica en absoluto: en todo caso, quizás se corresponda con el atuendo de un caballero de una Orden Militar; recordemos la presencia de la Orden de San Juan del Hospital de Jerusalem en tierras atencinas en los primeros tiempos del obispado, la fundación de un oratorio de caballeros de dicha orden en Atienza, amén de templos como el de Campisábalos o quizás la ermita del Santo Alto Rey: dicha presencia suscitó oposición por parte del obispo, que no quería ver disminuido su dominio del territorio. Difícil saber si pudiera ser una reliquia de su presencia en nuestras tierras.

Detalle de la escultura yacente de Juan Fernández de Heredia, prior de la Orden del Hospital. Se le representa barbado, con las manos juntas en actitud orante

Imagen del desaparecido sepulcro en alabastro de Juan Fernández de Heredia (1310-1396), que se conservaba en Caspe (Zaragoza) hasta su saqueo y destrucción en 1936. Imagen tomada del Centro de Estudios Caspolinos

Igual problema se nos presenta a la hora de interpretar la frase: "siguiendo la tradición y el simbolismo de la Edad Media". Parece querer dar a entender que ambos atriles eran de lo más común en el medievo. Dicha afirmación es enteramente cierta en el caso del atril con forma de águila; rotundamente falsa en el caso del atril con figura humana, siendo muy raros los ejemplares que han pervivido.

Sin embargo, sabemos que en cuerpos colegiados tan variados como llegó a ser el cabildo catedralicio seguntino, existín puestos específicos para aquellos encargados de cantar las escrituras en el transcurso de los oficios divinos, esto es, los epistoleros y evangelisteros, de los que tenemos constancia de su existencia en 1455 [2]. Tratábase de jóvenes que no habían recibido todavía ninguna orden sagrada y por ello su existencia era muy precaria.

La composición 

La estatua tal y como la contemplamos actualmente está incompleta, careciendo de aquello que portaba entre las manos. Aparentemente se trataba de algo tallado por separado y luego sujeto a la figura empleando las manos; en el pecho la figura presenta desconchada la policromía, denotando quizás el punto de apoyo de algún objeto en el mismo. ¿Qué sostenía nuestro personaje? A continuación mostramos algunas de las diversas posibilidades.

Letrero

En las representaciones sagradas, es muy frecuente que la imagen porte un mensaje escrito, para facilitar su identificación para aquellas personas capaces de interpretarlo: v.g. que supieran leer y además en latín.

Con cartela Con leyenda

Escudo

En este caso la figura tendría un carácter dedicatorio a la memoria de aquel cuyas armas figurasen en el escudo que portase. Generalmente se trataría de una figura accesoria, proclamando la identidad del que hubiese costeado el monumento del cual formase parte.

Escudo

Un personaje cuya iconografía mezcla indisolublemente los símbolos del libro (haciendo referencia a sus epístolas) y la espada (haciendo referencia a su muerte por decapitación) es el Apóstol de los Gentiles, San Pablo. Esta identificación se avendría muy bien con su uso como atril para proclamar la epístola, de las que San Pablo algunos de los mejores ejemplares del cristianismo naciente. Sin embargo, sus representaciones difieren de la que ofrece nuestro atril en tres importantes aspectos:

San Pablo, por el "Maestro de Morata".  Iglesia de San Martín de Tours, Morata de Jiloca (Zaragoza). San Pablo. Giotto di Bondone (1313). Pinacoteca Vaticana

Libro

La posición de las manos podría muy bien acomodar un libro, tanto abierto como cerrado. Para permitir dicha disposición, el artista opta por sujetar el arma aprisionándola entre el antebrazo y el hombro, desechando la posibilidad de colocarla en un lugar secundario (colgada del cinto) o semioculta, denotando que dicha espada constituye una característica importante del personaje que el artista no puede soslayar. Una disposición muy similar la tendremos en una escultura ejecutada en alabastro y un siglo posterior, la imagen yacente de Juan de San Millán, obispo de Tuy y de León, obra de Esteban Jordán, datada en 1581 (iglesia de Santa María la Real, León).

La figura sosteniendo un libro abierto con ambas manos Retrato yacente del obispo Juan de San Millán.

En el túmulo funerario del obispo éste es representado aún vivo, en posición horizontal, con los ojos abiertos. En sus manos sostiene sin esfuerzo el libro que descansa sobre su pecho. Con su brazo izquierdo sujeta el báculo, distintivo de su dignidad episcopal, al igual que sus ropajes y la mitra. 

Algunos apuntes sobre la espada

 

El puño de la espada, con su guarnición y el arranque de la hoja. En ella se distinguirían el POMO (A), PUÑO (B), ARRIAZ (C), PATILLA (D) y HOJA (E). El pomo servía tanto para ayudar a retener la empuñadura como de contrapeso; el puño ofrece el asidero necesario para sujetar el conjunto; el arriaz recto protege la mano contra una hoja de espada que se deslice sobre la propia espada y finalmente la patilla protege el dedo índice, que generalmente se coloca por encima del arriaz para mejorar la sujeción. He representado únicamente una patilla pues en la escultura no se aprecia si existe una segunda.

Detalle del modo de sujetar la empuñadura de la escultura yacente de un caballero

Detalle de escultura yacente de un caballero del s. XIV, túmulo funerario de la desaparecida iglesia de San Miguel en Alba de Tormes, actualmente conservada en la iglesia de San Juan de la misma villa.

Conclusión

De las consideraciones anteriores, consideramos como más probable la hipótesis según la cual la figura que cumple actualmente función de atril en la balaustrada del coro es en realidad la escultura yacente de un caballero, reaprovechada aprovechando la vaga e inexacta similitud con la iconografía empleada para representar a San Pablo. Las esculturas yacentes en madera, debido al material del cual estaban constituidas, han sufrido en mucha mayor manera el paso del tiempo, por lo que su representación actual es escasa y no representativa de la importancia que tuvieron en su día. El aspecto semi-monástico del atuendo permite aventurar la posible relación del personaje con una orden militar, cuyo distintivo quizás portase el libro que descansaba sobre su pecho, hoy perdido.

 

Referencias

[1] Manuel Pérez-Villamil, "Estudios de Historia y Arte. La Catedral de Sigüenza, erigida en el siglo XII", Madrid 1899.

[2] Constituciones sinodales de Fernando de Luxán, Sínodo del 9 al 11 de septiembre de 1455. fol. 35. Transcripción y estudio crítico de Francisco Cantelar Rodríguez, Synodicon, Biblioteca de Autores Cristianos (en prensa)

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