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Marcos Nieto, octubre 2022
En julio del presente año de 2022 hemos presenciado algo insólito para aquellos que nos consideramos fieles a la más antigua patrona de la ciudad de Sigüenza: Santa Librada. En la exposición que con el rimbombante nombre de "Atempora. Sigüenza 2022. Segontia. Entre el poder y la gloria" que se ha inaugurado en la catedral seguntina hay un importante conjunto de elementos relacionados con la santa, incluyendo uno cuya contemplación constituye para todos una absoluta novedad: el Arca de Santa Librada.
Cartel anunciador de la exposición
"¿El Arca de Santa Librada? ¿Y qué es eso?" se preguntarán algunos al escuchar la noticia. Pues aquí pasaremos a explicar en qué consiste y el motivo por el cual es tan importante que se la pueda ver por vez primera.
En la forma en que la podemos contemplar ahora, se trata de un mueble en madera en forma de cofre-ataúd forrado con planchas de plata repujadas y fijadas con clavos sobre la madera subyacente. Fue mandada construir por el obispo seguntino Simón Girón de Cisneros, quien ocupó su sede desde el año 1301 hasta su muerte en 1327. Este prelado realizó importantes obras tanto en la catedral como en la ciudad, generalmente haciendo evidente su autoría al colocar en todas ellas de manera bien visible su escudo de armas, que los vexicólogos describen como jaquelado de quince piezas; ocho en oro y siete de gules.
Entre sus diversas aportaciones están la creación de una serie de elementos decorativos en plata que -a juzgar por la única pieza conservada- eran de un gran primitivismo. Precisamente el Arca de Santa Librada es lo único que nos ha quedado de aquel legado, perdiéndose en el saqueo de la catedral por las tropas napoleónicas un relicario que complementaba de un modo que actualmente ignoramos al arca, pues se le denominaba como de la Cabeza de Santa Librada.
El Arca de Santa Librada ha estado prácticamente desde su fabricación oculta al público, excepción hecha de las raras ocasiones en que con motivo de la toma de posesión de obispos, éstos primero obligados a ello y luego ya más por curiosidad que por devoción, la sacasen del arca pétrea donde se conserva, en lo alto de un retablo. Sin duda esta circunstancia la ha salvado de perecer, por las numerosas peripecias que ha sufrido el resto del patrimonio de la catedral, pero ha conllevado que para generaciones enteras haya sido una gran desconocida.
Para corroborar lo anterior, baste decir que Diego González-Chantos, autor de la obra titulada "Santa Librada Virgen y Mártir, patrona de Sigüenza" (Madrid 1806), jamás llegó a verla, aunque la describió según se la imaginaba en su libro, generando confusión.
"Se fabricó una preciosa arca de plata, grabadas por defuera las ocho hermanas de la santa con la expresión de sus nombres, como actualmente se conserva en la urna de piedra" , Santa Librada Virgen y Mártir, p. 68
Ni ocho hermanas, ni tan siquiera ocho figuras femeninas, sino muchas más (12), existiendo incluso figuras masculinas (6), de las cuales Chantos parece no tener la menor noticia. La afirmación de que estaban rotuladas con sus nombres, no es sino otra invención. Hasta fechas muy recientes, lo único que se podía contemplar relacionado con el arca era un vaciado en escayola, realizado aprovechando la circunstancia de la apertura del Arca para proceder a la venta del contenido que se considerase con valor crematístico, abriéndose el arca con ese fin el 14 de octubre de 1946. En la apertura se debió de forzar el conjunto, rompiéndose una tabla del cofre, con cuyo motivo Antonio Labrada Chércoles, el arquitecto encargado de la restauración de la catedral tras los destrozos de la Guerra Civil, decidió hacer un vaciado del arca.
El propósito de este vaciado fue formar parte de un Museo Catedralicio que nunca llegó a consolidarse, de tal modo que incluso el modelo en escayola era conocido por la mayoría únicamente por una deficiente fotografía de uno de sus laterales, repetida una vez tras otra en toda publicación que quisiera hacerse eco de dicha obra de orfebrería. En mi caso, fue a través de un favor personal como pude ver la reproducción en escayola en febrero de 2013, en una zona no accesible de la catedral. Gracias a un completo reportaje fotográfico y a la toma de medidas de la misma, por primera vez se pudo realizar una descripción sistemática del conjunto. Mirando hacia atrás, me admira la pericia de Antonio Labrada, pues su reproducción es tan fiel que la contemplación del original no hace más que matizar algunas conclusiones.
Para los que ven de cerca por primera vez el arca, sorprende su rusticidad, atribuible sin lugar a dudas a la poca pericia del orfebre y quizás también a lo precario de los medios con los que contase para realizar la obra. Tenemos noticias de que realizó otras obras en la catedral bajo el encargo del obispo Simón Girón de Cisneros, las cuales eran reconocibles por estar cubiertas de las armas del prelado (Cisneros) de modo similar a como está nuestra arca. Tampoco eran ningún prodigio de orfebrería, a juzgar por la poca estima que tuvieron, de modo que cuando se presentó la ocasión se cedieron como plata para la composición de cruces procesionales y cálices. Aparentemente el obispo dispuso de un orfebre barato en la ciudad para que recubriese de láminas de plata diversos objetos ya existentes en la catedral seguntina con anterioridad. En el caso del arca, es fácil que sustituyese otra en piedra o en madera que quizás estuviese decorada de una manera que la actual refleje en cierta forma.
Gracias a las fotografías del modelo de escayola, me animé a dedicar un libro a Santa Librada (Santa Librada. Lo que se esconde detrás, Guadalajara 2017), de donde voy sacando el material para estas líneas.
Una de las imágenes tomadas en febrero de 2013, tras una limpieza somera
Otro detalle curioso y que la distingue mucho de las arquetas de diseño digamos que típico es la ausencia absoluta de símbolos religiosos tan imprescindibles en éstas como Cristo y la Virgen María, ángeles y muy especialmente cruces. Todo está ocupado por figuras humanas y cenefas, pero nada que la identifique para el no iniciado como un artefacto que contiene el cuerpo de un santo. Aquí las figuras humanas de ambos sexos acaparan toda la decoración, las mujeres adoptando la disposición de coro de vírgenes, mientras que los hombres siguen los modelos de los varones apostólicos. En los extremos el arca está decorada por sendas imágenes de quien inequívocamente es un prelado, de una ejecución deficiente como pocas, de igual modo que las cenefas que intentan torpemente cubrir los vacíos.
Otra característica es que las figuras femeninas están todas representadas frontalmente, mientras que las masculinas lo están lateralmente. Las femeninas se disponen formando hileras, de modo similar a los coros de vírgenes portando coronas de los mosaicos bizantinos, con unos vestidos que se antojan coetáneos al artista. En el caso de las figuras masculinas, todas representan hombres barbados con nimbos globulares, que denotan su carácter de santos. Todos ellos están vestidos de modo arcaizante, con túnicas muy plegadas, blandiendo un libro en la mano y parecen conversar entre sí sobre el evangelio, excepto las dos figuras situadas en los extremos, que hacen el mismo ademán de exponer el evangelio a sendas figuras femeninas situadas bajo techo y que les miran con atención.
Todo esto y más era ya perfectamente apreciable en el vaciado de escayola del arca. No obstante lo delicado de la reproducción, la contemplación del original en plata nos ofrece un mayor grado de detalle, amén de permitirnos forjar una opinión sobre los materiales empleados y los tratamientos aplicados a los mismos (sobredorados).
Detalle de las cenefas que recorren el lateral del arca, algunas de las cuales denotan su fabricación por estampación de un motivo,
y de los desperfectos en las mismas que dejan al descubierto la madera
No pasó mucho tiempo tras la publicación de 2006 que el panorama empezó a cambiar, aunque con pasos vacilantes. Un hito muy significativo fue la apertura de otra exposición en el año 2019 titulada "Fortis Seguntina: La catedral gótica y su mistagogia" en el Museo Diocesano de Sigüenza, que decidió incorporar a su colección permanente la réplica en escayola del arca y otra pieza nunca expuesta al público: el llamado Breviario de Don Rodrigo.
Aunque tímidamente se levantaba el velo sobre la santa, las confusiones de antaño se resistían a desaparecer. Un revelador ejemplo lo tenemos en un amplio reportaje periodístico publicado en la revista de información local de Sigüenza "La Plazuela". Su título era "Inaugurada la segunda parte de Fortis Seguntina: 'La catedral gótica y su mistagogia' en el Museo Diocesano de Sigüenza", donde sin embargo se incluía un párrafo que sembraba graves dudas sobre el carácter del vaciado de escayola y la propia existencia del arca original:
"[…] RECREACIÓN del Arca de Santa Librada en escayola, cuyo original, chapado en plata y PERDIDO, corresponde también a este mismo periodo…"
Bueno, claramente se trataría de un malentendido del cronista, pero por si acaso me siento obligado a aclarar que el vaciado del arca expuesto desde 2019 en el Museo Diocesano no es una recreación más o menos ocurrente, sino una fiel reproducción y que por otra parte, el original del arca se conserva, como bien podrá comprobarlo quien se acerque a la exposición ATEMPORA 2022 que da pie para esta página. Fotografías en color del arca de plata ya habían sido publicadas unos años antes (2006) por un canónigo de la catedral en una edición de carácter no venal (F. Peces-Rata Historia de las aperturas del sepulcro de Santa Librada y envíos de sus reliquias), llevada a cabo aprovechando la apertura del arca para la extracción de una reliquia para su culto en Santa Librada de las Tablas, en Panamá. Una apertura que pasó completamente desapercibida para los seguntinos, o por lo menos para mí. Todavía recuerdo la impresión que me causaron las fotografías del arca y el secretismo que había rodeado el asunto.
El vaciado del arca, tal y como se puede contemplar en el Museo Diocesano desde el año 2019
Tras haber expuesto la situación respecto al arca de plata hasta el año 2006, el siguiente gran hito se producirá en el presente 2022, esto es, 16 años después, cuando se tenga en cuenta su existencia no como objeto merecedor de culto, sino como un elemento artístico más que presida la recopilación de algunos materiales relacionados con la santa expuestos frente a su altar plateresco en la catedral. Para los que tenemos un aprecio especial a la santa se trata de una situación digamos que ambivalente, en el que el carácter de reclamo turístico-cultural ha triunfado donde la devoción ha fracasado.
El Arca de Santa Librada, colocada en un podio frente al altar dedicado a la santa en la catedral de Sigüenza
La contemplación del arca me ha hecho valorar aún más la calidad del vaciado en escayola realizado en 1946, que por sus características se presta mejor a la observación de la obra que el original, en el juego de luces y sombras. Igualmente me ha permitido matizar ligeramente la descripción del arca que elaboré para uso interno y que no se incorporó a mi libro por considerarla información demasiado específica. Ahora quizás sea el momento de hacerlo, confiando en que algún lector lo encuentre de interés.
La descripción consiste en un análisis del recubrimiento del arca y de sus elementos accesorios; no entro en su interpretación, que ya cubrí quizás en exceso.
El arca se asemeja a un pequeño ataúd de planta rectangular y tejado a dos aguas, de 109 x 34,5 x 64 cm. Se accede a su interior levantando a modo de cofre una de las vertientes de su tejado, articulada mediante bisagras; es de notar que estas bisagras no son las originales, pues el arca se descerrajó en el siglo XVI al extraviarse su llave, provocando pérdida de elementos originales y visibles deterioros.
"y no pareciendo la llave se descerrajó la reja y se entró dentro y se vió la arca que era de madera guarnecida por fuera de imágenes plateadas y puesta encima de una mesa se descerrajó el arca por no parecer la llave" Acta de la visita hecha al sepulcro de santa Librada, con motivo de su traslación (13 de julio de 1537) Tomado de M. Pérez-Villamil, La catedral de Sigüenza, p. 453.Para la descripción del arca, he mantenido el modo de referenciar sus componentes que ya expuse en 2017, para mantener la coherencia.
Las figuras A.7 y A.8, consistiendo en el apóstol Pablo (repárese en que sostiene el símbolo de su martirio, una espada) predicando a una joven que le escucha atentamente con una corona en las manos, bajo el techo de un palacio, la cual recuerda mucho la iconografía empleada cuando se representa a San Pablo conviertiendo a una joven en discípula de Cristo, como recoge la hagiografía con las santas Tecla y Polixena, entre otras. A su derecha se observa como la superficie del arca está cubierta en muchos puntos por pequeños fragmentos de lámina de plata, sin relación entre sí, que parecen simplemente querer cubrir huecos.
Nota: las placas se muestran como zonas delimitadas por bordes negros. En GRIS los escudos de armas de los Cisneros. En NEGRO sólido los herrajes: la pareja de anillas que el arca posee en cada esquina y dos argollas para facilitar su fijación a unas andas o similares en los extremos del arca. Cuando en una placa está representada una figura, se escribe el código de la misma [letra.número]. Las imágenes corresponden al vaciado en escayola.
La figura que representa un obispo vestido con las armas de los Cisneros, en el lateral E del arca
En el lateral F se representa una figura similar a la del lateral E
Es importante hacer notar que aunque en las imágenes los obispos parecen orientados en posiciones opuestas, debemos tener en cuenta de que se sitúan en los extremos del arca, por lo que en realidad miran ambos hacia el mismo lado, esto es, hacia la cara del arca que se ofrecía a la contemplación de los fieles.
Como podemos apreciar, la ejecución de las escenas de los extremos del arca es extremadamente deficiente, con piezas irregulares y motivos toscos que son incapaces siquiera de llenar adecuadamente los espacios. Esto constrasta con un grado de detalle mucho mayor de la ejecución en las caras laterales. Aparentemente las caras laterales tenían un modelo al cual seguir, cosa que no pasó con los extremos, donde se improvisó en torno a la figura del obispo.
Frontal del arca (caras A y B), con 18 figuras, de las cuales 6 son masculinas y el resto femeninas. Es la de mayor complicación, denotándolo el mayor cuidado en su ejecución y el uso exclusivo de estrechas cenefas con decoraciones vegetales, de animales fantásticos (¿grifo?) y el omnipresente escudo del obispo. Todo ello muestra que era la cara que se situaba frente a los fieles cuando el arca era expuesta.
Reverso del arca (caras C y D), con 15 figuras, todas femeninas. Se ha representado un clavo que, fijado sobre la figura D.5, hace de tope cuando la tapa del arca se levanta. Resulta notoria su pobreza compositiva y de ejecución respecto a las caras situadas en posición opuesta. Estas deficiencias se explican al ser un lateral no visible al público, donde se podría levantar la tapa y acceder al contenido sin que los fieles pudieran verlo. Insistimos una vez más en que las bisagras y cerradura no son las originales, siendo éstas reemplazadas en el siglo XVI por otras notoriamente vulgares, dado el carácter oculto y secundario de dicho lateral.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y yo suelo intentar (que no necesariamente conseguir) expresar mis argumentos con medios visibles y/o palpables. Así que procuraré que el lector pueda comparar con un modelo que llamaré estándard o seriado propio de la época, para destacar las similitudes y diferencias entre ambos. Y lo de estándard o seriado no es un calificativo caprichoso, sino que la creación de elementos metálicos en cobre visto o esmaltado fue una solución estética de enorme éxito en su día, tanto que acabó degenerando en un arte producido en masa y de baja calidad.
Comparación de un extremo del arca de Sta. Librada con un modelo estándard románico
En la imagen aparecen redimensionadas para facilitar su comparación uno de los retratos de obispo del Arca de Santa Librada y un retrato digamos que genérico de apóstol de un modelo románico de producción seriada. Ambas imágenes nos permitirán establecer una serie de similitudes y divergencias entre las mismas, entre las que destacaremos las siguientes:
Al contrario del obispo que hasta porta las armas del prelado Simón Girón de Cisneros, el modelo genérico omite cualquier atributo iconográfico que permita una identificación concreta del personaje; de esta manera posibilita su empleo en muebles independientemente de la identidad de la reliquia que albergasen. El modelo genérico representa frontalmente al personaje, de modo que evita cualquier tipo de polaridad en la interpretación de la escena, al contrario del modelo seguntino, donde la posición del personaje nos indica cual de los laterales del arca es el principal y cual el secundario. El modelo románico es de una sola pieza de cobre, a diferencia del seguntino, donde se trata de placas irregulares realizadas en plata y clavadas sobre un armazón lígneo. Una característica que salta a la vista es la similitud entre las decoraciones de ambos modelos. El artista seguntino parece imitar con evidente torpeza los modelos seriados de amplia distribución en su época, siendo incapaz de conseguir poco más que unas cuantas cenefas deformadas separadas por amplios espacios vacíos. Es curioso que este comportamiento se produce en las caras de los extremos, pero no en las de los laterales, y donde menos, en la cara frontal del arca, donde sí logra combinar armónicamente distintos tipos de cenefas; una pista más de que en éstas se dejaba guiar por una decoración preexistente, mientras que para los extremos hizo uso de modelos digamos que genéricos, donde no logró una adaptación estéticamente satisfactoria.
En fin, estimado lector, espero que estas líneas hayan servido para poner en contexto el Arca de Santa Librada y comprender lo excepcional de poderla contemplar en persona. Y porqué no, para contribuir a valorar lo que de verdad haya tras las historias forjadas en torno a la santa y contribuir a la perduración de su valioso y excepcional culto.
Saludos desde Sigüenza
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