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Una vez amaina la tormenta

Una vista ideal de un paisaje, con un gran castillo en un paisaje agreste. En un segundo plano, algo alejados, un personaje a caballo tocado con una barretina y portando una lanza recibe indicaciones de dos individuos con vestimentas populares

Grabado según dibujo original de Bacler d’Albe: Souvenirs Pittoresques de la Campagne d´Espagne (París, 1824).

Marcos Nieto, diciembre 2011

La imagen con que comenzamos este artículo tiene unos cuantos años ya, pues vió la luz en 1824, el mismo año de la muerte de su autor. Este era el Barón del Imperio, Louis Albert Ghislain Bacler d'Albe (1761-1824), personaje que tuvo una intervención intensa en uno de los mayores acontecimientos políticos y sociales de la Europa de su época: la ascensión al poder de Napoleón, su conquista de buena parte de Europa y su posterior caída. En el conflicto bélico desencadenado sobre Europa, su cargo de director del Dépôt de la Guerre (actual Institut géographique national) le llevaría a levantar cartografías para el uso de las tropas imperiales, así como tomaba apuntes del natural de los lugares pintorescos que recorría. Con la restauración borbónica en Francia, perdería todos sus cargos, retirándose a su mansión de Sévres, donde se dedicaría a publicar litografías basadas en los dibujos realizados años atrás.

Retrato del dibujante, representado como hombre de pelo encrespado, con vestimenta militar y un par de condecoraciones

Retrato de Bacler d'Albe, por Godefroy Engelmann y Charles-Etienne Leguay

La imagen a primera vista parece engañosa, pues tiene el típico "aire romántico" de la España pintoresca que tanto fascinó a los europeos en el siglo XIX, tierra de toreros, bandoleros, pasiones desatadas y mujeres ardientes, todo en una sociedad atrasada y medieval. Por de pronto los tres personajes que aparecen representados parecen cumplir con los arquetipos de "trajes típicos", mientras que el individuo a caballo, supuesto jefe guerrillero, tiene un cierto aire quijotesco que no parece enteramente casual: como armas posee una lanza en ristre y espada al cinto, y en vez del Yelmo de Mambrino se enfunda lo que parece una barretina; no aparenta portar armas de fuego y más parece el Caballero de la Triste Figura que el responsable de unas fuerzas militares no regulares que en la zona seguntina se enfrentaron con no poco éxito a las tropas imperiales. La figura parece escuchar sosegadamente las indicaciones que con grandes aspavientos le estan haciendo dos personajes populares, presumiblemente partidarios de la guerrilla antifrancesa, que señalan ostensiblemente en una dirección. No aparecen en la escena los seguidores del cabecilla guerrillero, lo cual acentúa el carácter desproporcionado de su lucha.

Tres figuras, una a caballo, situada a la izquierda, y dos a pie, a su derecha; aparentan estar señalando algo al jinete

Detalle de los personajes

El lugar representado

La ermita de Nuestra Señora de la Salud de Barbatona rodeada de fuerzas francesas, tanto de infantería como de caballería, con un pieza de artillerÍa en primer plano

Sólo para ambientarse: Escaramuza del 9 de enero de 1811; las fuerzas del Empecinado abandonan Sigüenza y huyen en dirección a Bujarrabal, perseguidas por una división francesa procedente de Soria. Pintura de 1814 (Santuario de Nuestra Señora de la Salud, Barbatona)

Una vez descritos brevemente el autor del dibujo y las características generales del mismo, pasemos a considerar la escenografía y lo en ella contenido. Según el pie del grabado, se trata de un castillo en ruinas en el valle de Sigüenza. Eso no constituye una pista muy segura, pues ya entonces dichas fortificaciones habían perdido su sentido originario y se encontraban muy descuidadas, si no abandonadas. Las dependientes del señorío seguntino (alcázar de Sigüenza, Pelegrina, Riba de Santiuste) podrían constituir una excepción relativa, aunque el de Pelegrina ya hacía muchos años que había sido destruido.

Como no hay tantos castillos en torno a la ciudad, haremos un breve repaso de los mismos:

Aunque a primera vista el castillo representado nos parezca arquetípico de la pintura romántica, con detalles que se dirían tomados de castillos señoriales italianos, hay elementos del mismo que nos indican que no pertenece tanto al mundo de la ficción como aparenta. Sus torreones principales son todos de planta rectangular o poligonal, teniendo el castillo un frente amplio, dispuesto sobre lo que parece un pronunciado desnivel o ladera. Estas características de "castillo roquero" se ven atemperadas por lo que parecen algunos vanos en los muros, correspondientes a ventanas, una de las cuales es un bello ejemplar gótico geminado con parteluz. Existen una serie de construcciones accesorias en la escena: una casa, un cobertizo, algo que parece un puente… pero su misión puede ser simplemente para rellenar huecos y abigarrar la escena, quizás embellecimientos a partir de un boceto esquemático.

Por los elementos antes descritos, podemos ir espigando algo entre las diversas posibilidades existentes de identificación con castillos de los alrededores:

Vista del castillo de La Riba de Santiuste en su cara este, consistente en un frente de muralla con torres pequeñas en sus extremos y dos gruesas torres rectangulares que jalonan su tramo intermedio

Vista del cerro sobre el que se levanta el castillo de La Riba de Santiuste, desde el llamado "Cerro del Ahorcado". Nótese que el castillo ha sido casi reconstruido en su totalidad, no presentando los matacanes que originalmente coronaban sus torres. Los vanos que presentan sus muros tampoco son originales.

Razones para la identificación con el castillo de La Riba de Santiuste

El castillo de La Riba de Santiuste era ya plaza fuerte en la alta edad media, siendo una de las fortalezas destruidas por el rey castellano Fernando I en una incursión en el reino taifa de Zaragoza, en el año de 1060. Su importancia estratégica por aquella época superaba claramente a la cercana Sigüenza, de modo que sería la primera posesión de Bernardo de Agén, obispo destinado a restaurar la diócesis seguntina, el cual había sido nombrado obispo de dicha sede tres años de producirse su reconquista (1124). Para no extenderse demasiado, aquí puedes encontrar un breve repaso a su historia.

Con el paso del tiempo el castillo perdió su interés estratégico, cayendo poco a poco en un estado de general abandono, aunque se mantenía en pie al tratarse de parte constitutiva del señorío eclesiástico. Algo pudo sufrir en la Guerra de Sucesión (1701-1713), pero los mayores daños los recibiría en la Guerra de la Independencia, cuando los franceses volaron lienzos y torreones con pólvora para evitar que fuese usado por fuerzas guerrilleras para obstaculizar una de las vías de comunicación con Soria, importante base militar francesa, evidencia indirecta de que había la amenaza percibida o real de fuerzas insurgentes en la zona.

Reconstrucción del castillo de La Riba, en la cual se aprecian tres grandes torreones que jalonan un recinto amurallado continuo

[Francisco Layna Serrano, Castillos de Guadalajara, Segunda Edición, Editorial Yagües, Madrid 1960, p. 34]

En la reconstrucción ideal del aspecto que debía presentar el castillo de La Riba antes de su destrucción, Layna-Serrano ofrece un dibujo que presenta notables semejanzas con el grabado francés, esto es, un gran lienzo murado que recorre la cumbre de la montaña, con tres fuertes torres de sección cuadrada o poligonal en su parte central, con torreones cilíndricos de menor tamaño en los extremos del recinto murado. Esta reconstrucción ideal es corroborada por la representación del aspecto que tenía el castillo en el siglo XV, cuando el obispo Fernando de Luxán lo incorporó a su túmulo funerario, donde se entra en detalles como la ventana cerrada por rejas de una de las torres, sin duda mucho más realista que la ventana geminada de la litografía francesa.

El castillo de La Riba de Santiuste, representado en el sepulcro del obispo Luján, en la actual parroquia de San Pedro en Sigüenza

Sepulcro del obispo Fernando de Luján (detalle). Parroquia de San Pedro de Sigüenza

El matacán que corona un torreón lateral del castillo de Guijosa

Para ilustrar el remate que poseían las torres del castillo de La Riba de Santiuste, acudiremos a un matacán (reconstruído) en un torreón circular del castillo de Guijosa

De este modo, el grabado francés que comentamos podría ser una versión idealizada del castillo de La Riba de Santiuste antes de su voladura parcial por los franceses, cuando sufría el estado de "dulce abandono" que suele preceder a la ruina. ¡Curioso castillo, que habría merecido ser representado dos veces como tal, una en el siglo XV y otra en el XIX!

Detalle de las ruinas del castillo, mostrando un edificio en relativo buen estado, pero con vegetación creciendo descontroladamente

Detalle del castillo en el grabado de Bacler d’Albe

Esta imagen resulta curiosamente parecida con una anterior, datada en 1756, cuando en la escenografía de fondo para un grabado representando a Santa Librada, obra de los artistas Luis y Manuel Salvador Carmona, realizada "a expensas de los naturales de este Obispado", donde quizás se pretende dar un aire seguntino al castillo.

Castillo abandonado en ruina incipiente que corona una montaña de escasa elevación

La torre coronando el extremo más próximo al espectador, coronada por matacán; el arranque de un arco en el grabado francés que aparenta ser un puente se transforma en la visión del grabado español en puertas o boquetes en una muralla perimetral. ¿Podría ser el grabado español la fuente de donde el grabado francés tomó la inspiración, italianizándolo? ¿Mera coincidencia?

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