Called from/Referenciado desde: Cajón de Sastre: historias cortas
Cuadro San Onofre por José Ribera, año 1637. Aparece como ermitaño semidesnudo en oración, frente a una mesa donde se encuentran depositados un cetro, una corona y una calavera

San Onofre y su relación con Sigüenza

Marcos Nieto

San Onofre es un santo poco conocido actualmente, pero que antaño concitaba gran devoción. Eremita egipcio, vivió una vida de extrema austeridad, atribuyéndole determinadas leyendas un origen real. Sigüenza tiene una doble relación con el mismo:

Carácter literario: nombre del protagonista de una novela

El Guitón Onofre

"El Guitón Onofre" es una novela poco conocida, pues aparentemente sólo circuló en copias manuscritas y nunca llegó a ser impresa. Su autor fue Gregorio González, riojano. Poco se sabe del autor, y menos porqué tenía a lo que parece un buen conocimiento de Sigüenza y sus alrededores. Aquí me limitaré a transcribir algunos de los párrafos mas evocadores. Al lector que desee conocer más cosas sobre dicho personaje y su tiempo le remito a la edición de donde extraigo los fragmentos[1].

Yo nací en un lugar junto a la ciudad de Sigüenza que se llama Palazuelos y , por mal nombre, Engañapobres. […] la causa de que le llamen Engañapobres es porque el lugar es de brava ostentación, de cercas muy buenas y levantadas, adornadas con muchos torreones y un famoso castillo que las hermosea, de suerte que quien no le conoce, viéndole de lejos, con aquella presencia poderosa, piensan que hay dentro los tesoros de Venecia, y así a él acuden pobres como moscas. Pero dentro no haya sino bien cuantas casas o, por mejor decir, chozas derribadas… Mi padre se llamaba Jorge Caballero, mi madre Teresa Redondo y, según ellos solían contar, porque yo nací día de señor San Onofre, no queriendo quitarme lo que Dios y el derecho me daban, me llamaron Onofre Caballero (Capítulo I).

Fotografía antigua de Palazuelos, mostrando castillo y murallas

Nacido de padres labradores, al poco tiempo queda huérfano de ambos. Queda encomendado a un tutor, Rodrigo Serbán, pero tras una serie de peripecias en su casa, entra al servicio de un sacristán de la catedral de Sigüenza. Aunque sería muy prolijo exponerlas aquí, nos limitaremos a mostrar algunas imágenes antiguas de la ciudad, junto con los textos donde mejor se nos describen.

Fotografía antigua de la Travesaña Baja, antes de 1936

La Travesaña Baja

Como llegué a Sigüenza, que fue muy en breve por ser muy poca la distancia de lugar a lugar, luego pregunté por mi amo y, como no lo hallase en casa, fuíme a ver la ciudad, y andando por ella atónito, como quien no había visto otra, llegué a la Travesaña, que es el nombre de la calle más principal y adonde está la contratación de los mercaderes (Capítulo II)

Dicha calle concentraba lo mas granado del comercio de la ciudad y sus locales eran muy cotizados. Entre la multitud de géneros que allí se mercaban estaban los propios de los hombres de letras: libros, papel, pergaminos, etc. Una de las tiendas especializadas en estos géneros se llamaba [4] precisamente El Escriptorio, seguramente muy frecuentada por los estudiantes con los que Onofre convivirá.

Una vez instalado en casa del sacristán, descubre que este es un ser ruin que prácticamente lo mata de hambre. En su casa aloja a tres estudiantes, que serán las nuevas víctimas de las trampas de nuestro pícaro. Mientras tanto él encuentra trabajo en la catedral, desempeñando labores auxiliares.

Fotografía anterior a 1936 mostrando el trascoro de la catedral de Sigüenza, coronado por remates barrocos

La catedral

A la mañana levantámonos (en buen pie lo diga). Fui con mi amo a la iglesia. Quedéme de verla absorto y embelesado: a quien poco ha visto poco le espanta; que, aunque era mucho, dicen bien, que la rareza de las cosas es madre de la admiración. Diome mi amo cargo de barrer el sagrario y deshollinarlo.[..]

En tocando a vísperas, acudimos a la obligación, cumplimos con ella y, en acabando, dimos con nuestros cuerpos en el juego de bolos. ¡Qué bien sabe el entretenimiento, echando el cuidado aparte! (p. 115-116)

Fotografía antigua de la Plaza Mayor, con viandantes y bestias de carga

Una vez idos los estudiantes, los rigores de la tacañería del sacristán se hacen insoportables. Nuestro pícaro se aprovecha de las veleidades del sacristán, haciéndole creer que una dama de alta alcurnia de la cual está secretamente enamorado le corresponde. Esta situación de enredo va provocando diversas situaciones, hasta desembocar en un final hilarante por lo esperpéntico.

Fotografía de la Torre del Sagrario o del Gallo, desde los soportales del Ayuntamiento, en imagen anterior a 1936

La Torre del Sacramento o del Santísimo (hoy del Gallo) y la Plaza

Fue, pues, el caso que algunos días había que mi sacristán acostumbraba a subir por tarde y mañana a la torre que llaman del Sacramento. […] Determinéme, puse faldas en cinta y entré por el vado. Subí tras él, seguí sus pasos y acechele comer y beber y mirar por los agujeros. […] El efecto, vi que él, de la torre y una dama llamada doña Felipa, de un corredor, se estaban haciendo señas. [..] El hablaba y ella respondía, que, aunque no intervenían razones, los que bien se quieren con los ojos del ama se comunican… doña Felipa, la que posa en la Calle Mayor, la hija de aquel señor principal. (Capítulo VI)

La descripción de la casa de dicho señor principal es la siguiente:

Llegamos y llamamos. Entramos y al fin, subimos hasta donde estaban Alberto y doña Felipa, que, en viéndola, le puse una cara de bodegonera tuerta, por que de catar vinagre. Salime a un corredor que estaba allí fuera y estando esperando harto atormentado de pensamientos, abrió la criada un aposento que estaba en él para aderezarle muy bien adornado; y como siempre se van los ojos tras lo bueno, yo me engolosiné, y poco a poco fui entrando y haciendo admiración, preguntando cosas codicioso de saber lo que eran.

Este ‐me contaba ella‐ es nuestro Señor, que llevaba la cruz a cuestas cuando iba por la calle de la amargura. Este es san Jerónimo, que pidiendo a Dios perdón de sus culpas, se está dando con aquella piedra de golpes en los pechos.

Yo, por tentarla, le pregunté que cómo, desde que habíamos entrado, no se había dado ninguno. Respondíome que también a ella se le había ofrecido muchas veces aquella duda y que nadie se la sabía decir. Reíme y díjele que pasase adelante. Prosiguió diciendo:

‐ Este que está con esta bola al hombro es Atlante, y éste que está puesto de pies sobre esta otra es el Emperador Don Carlos.

‐ ¿Y esta cama tan linda? ‐ le pregunté yo.

‐ En ésta ‐respondió ella‐ duerme mi señor. En ésta de adentro, mi señora Felipa.

[…]

Díjele que doña Felipa le besaba las manos y que me había dicho que, con el collar de aquella perrilla, se procurase esconder en unas corralizas que estaban junto al zaguán de su casa y, en estando en ella acostados, que subiese y entrase por el aposento del padre, sonando los cascabeles, fingiendo ser la perrilla, al suyo, donde podría ‐satisfaciéndose del pasado engaño‐ hablarla con espacio y que enviaba la perrilla, porque antes quería que sospechasen que se había perdido que no que le viesen los cascabeles menos.

Excuso decir que con dichos preparativos, el sacristán se cubre de un ridículo espantoso, tanto que nuestro "héroe" se ve forzado a huir de la ciudad para proseguir sus aventuras por otros derroteros.

Un elemento arquitectónico desaparecido: la ermita de San Onofre

En Sigüenza había antiguamente una ermita dedicada a San Onofre, que no ha llegado hasta nosotros.

Como siempre, Minguella [3, pag. 604] nos ofrece noticias de la misma:
En el Ayuntamiento de 13 de abril del año referido (1609) se leyó una petición de Bartolomé de Villafuerte, cordonero, vecino de esta ciudad presente el susodicho, por la cual pide a sus mercedes que atento que se le ha dado licencia en el liego de esta ciudad para poder hacer un Humilladero del Sr. San Onofre en un pradito que está mas adelante del Monasterio del Carmen de esta ciudad y pidiendo licencia a Su Señoría Ilustrísima el Sr. Obispo de esta ciudad ha reparado en que era necesario hubierse renta para el reparo del dicho Humilladero para que estuviese siempre en pie: y visto esto el quiere hacer a su costa y dará acabada la dicha ermita, toda ella de piedra franca, sin que lleve género de madera ninguna ni en el tejado, con su puerta nueva con cerraduras y su altar con el Santo que tiene hecho para dicho efecto y darla como la da a esta dicha ciudad para que como suyo sean patronos para que adelante lo hagan reparar en caso que convenga, que desde luego para cuando esté acabado y hecho se desiste y aparta del derecho y acción que podrá y pueda tener, y pide se le haga merced de esto que pide que sea muy gran servicio al bienaventurado San Onofre. Por lo cual sus mercedes habiendo conferido y tratado sobre ello recibieron en si la dicha ermita por de esta ciudad y obligan a ello sus propios y rentas y hacienda de que tendrán en pie y harán reparar y reedificar de lo necesario.
Añadiendo la nota siguiente: El fundador murió a 7 de octubre de 1619 y fue enterrado en la ermita.

Intento de traslado del santo y su retablo a la ermita de San Roque

A continuación ofrecemos fragmentos de un documento[2] donde aparecen diversos testimonios sobre la ermita de San Onofre, poco antes de decidirse su derribo a finales del siglo XVIII.

El Fiscal dice: que en el Badillo, sitio de esta ciudad y antes de llegar al Jardín de San Francisco, entre las huertas se halla la ermita que se nomina de San Onofre, que no sirve hoy en día mas que para que echen inmundicias dentro y en su portada, con las puertas abiertas y sin estar el santo con la decencia y veneración debida, habiéndose llevado según se le ha dado noticia la Reliquia del Santo, con el correspondiente adorno de plata y de consiguiente … otras cosas Santiago Armero, vecino de esta ciudad, en cuyos términos se ha de servir el Tribunal respecto de ser notorio cuanto lleva dicho, trasladar el santo, por la persona que sea de su satisfacción con la decencia debida a la ermita de San Roque extramuros de esta ciudad y mandar que el dicho Santiago Armero restituya la reliquia y demás alhajas que había recogido y se coloquen en la referida ermita de San Roque, por inventario como lo pide el fiscal, Sigüenza y febrero 16 de 1784.

Informe

En la ciudad de Sigüenza a los dichos veinte y ocho de febrero de mil setecientos ochenta y cuatro años yo el Notario Oficial Mayor hice saber y notifiqué el auto de a antes a Santiago Armero, vecino de ella por quien enterado de su conveniencia puesta de manifiesto la Reliquia de San Onofre, con su pie de plata que se halla colocada en una cajita de pino con vidriera pequeña y cuadrada con su puertecita por el ... dentro de ella un pañico de tafetán blanco… Que la citada reliquia con el pie de plata y la cajita y paño que se le han puesto presentes es la misma que con título de San Onofre ha estado colocada en el retablo del santo y su ermita extramuros de esta ciudad desde que se fundó por un bienhechor, por cuya muerte y por especial encargo de éste han cuidado de la citada reliquia, aseo y limpieza del expresado retablo y ermita los abuelos y parientes del que informa en el tiempo que respectivamente vivieron cada uno y lo mismo ha ejecutado este hasta el presente por la especial devoción que ha tenido y tiene al Santo, como sus antecesores, sin que en todo el tiempo que hace tiene uso de razón haya visto y tenido en su poder otra alguna reliquia del Santo con mayor ni menor pie de plata que el que tiene la ya citada como si fuere necesario podrán informar también al Señor Provisor Don Hipólito de Olier, prebendado de esta Santa Iglesia la Librada que está espirituada y ha cuidado también de dicha ermita y otras personas de la ciudad que la tienen bien vista y reconocida; ignorando si tendrá por auténtica la referida reliquia, por cuanto jamás la ha visto ni menos oído a sus parientes y abuelos. Que es cuanto puede informar a dicho Señor Provisor y en caso necesario lo jura y lo firmó con mí el Notario en Sigüenza y febrero veinte y ocho de mi l setecientos ochenta y cuatro años.

Añadiendo al informe antecedente el referido Santiago Armero que con motivo de haber cortado los árboles que había delante de dicha ermita y en su circunferencia de orden de la Justicia de la Ciudad, de diez y ocho o veinte años a esta parte, junto con el río o Via Crucis que remataba frente a la expresada ermita por haberse cercado y hecho huerta aquel territorio como lo es hoy día, dejando esta ermita islada con la cerca de la referida huerta de hortalizas, que por los riegos y humedades que la circundan ha padecido y está padeciendo mucho daño y perjuicio, sin habérsela dejado campo correspondiente a su entrada y salida, sólo un callejón como de nueve pies de ancho, de forma que por ello se ha perdido la devoción en muchas personas que iban a rezar así el que informa como la referida Librada, han dejado en tanto el cuidado de la ermita sin haber persona que prosiga la referida obra, así por no tener papeles que pudieran aclarar el asunto, como por ignorarse en caso de que los haya donde paran a no ser en el Archivo de la Ciudad. Lo firmó.

Información

En la ciudad de Sigüenza a veinte y nueve de marzo de mil setecientos ochenta y cuatro años yo el infrascrito Notario Oficial Mayor del Tribunal Eclesiástico de ella y su obispado, aceptando como acepto la comisión que se me confiere por el auto antecedente hice parecer ante mí a Don Antonio Martín de Serante, Capitán de Infantería y Ayudante Mayor del Regimiento Provincial de esta dicha ciudad en calidad de testigo para la información mandada recibir en dicho auto del cual tomé y recibí juramento que el susodicho hizo por Dios Nuestro Señor y a una señal de cruz bajo la cual ofreció decir verdad en lo que supiere y fuere preguntado y siéndolo del tenor de los particulares que contienen el referido auto dijo ser público y notorio en la ciudad que la ermita de San Onofre se halla cercada entre huertas de hortalizas mas arriba del arroyo que llaman del Badillo, y al frente del convento de San Francisco, apartada del Camino Real y sin mas transito para rezar al Santo que es el de un callejón como de a diez pies de ancho por cuya causa y la de hallarse toda en aquel terreno sumamente húmedo con las lluvias que se experimentan ha observado el testigo haberse resfriado en muchas personas que tenían devoción al santo el ir y rezarle, como también que por hallarse como lleva referido apartada del camino real y cercada de paredes y en dirección que no se vean las personas que pudiera haber junto a la puerta de dicha ermita hasta que los que transiten por el camino real confronten con el citado callejón no duela que sirva la expresada ermita de abrigo para echar junto a ella inmundicia y expurgarle las gentes que quieran tal vez cometer maldades, lo que cede en menosprecio de la religión católica romana, honra y culto que se merece el Santo, por lo cual tiene el testigo por muy conveniente que éste se traslade con su retablo a la ermita de San Roque, inmediata al convento u otra que fuese del agrado del Señor Provisor en la cual sea venerado con su reliquia y continúe la devoción de los fieles, demoliéndose la ermita y levantando la lauda y huesos del fundador de ella, que tiene entendido está enterrado en ella, y colocarlos donde dicho Señor Provisor determinase. Y es cuanto puede decir y la verdad por el juramento que ha hecho, leyósele esta su declaración y en ella se afirmó y ratificó, expresó ser de edad de cuarenta y siete años, poco mas o menos y lo firmó de que doy fe.

testigo Hipólito de Olier y Martínez

Continuando en esta justificación, yo el referido notario hice parecer ante mi mas por testigo para ella a Don Hipólito de Olier y Martínez, presbítero y prebendado de la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad, del cual usando de la comisión que me está conferida, tomé y recibí juramento que le susodicho hizo según su estado sacerdotal, bajo del cual ofreció decir verdad en cuanto supiere y fuere preguntado, y siéndolo al tenor del auto de oficio que motiva esta información y le ha sido leído dijo: Que desde que empezó a tener uso de razón, hasta de diez y ocho años a esta parte, conoció que el Viacrucis que había antiguamente en esta ciudad y con especialidad las Estaciones del Calvario, Soledad y Sepulcro, remataban pasado que era el arroyo que llaman del Badillo, y poco más arriba de la ermita que de piedra sillar se halla dedicada al culto y veneración del Glorioso San Onofre, con quién advirtió y vio que toda o la mayor parte de la ciudad que acostumbraba andar dichas estaciones tenía particular devoción por ser el terreno que ocupaba erial poblado de árboles a la sazón y el mas a propósito que había en la antigüedad, de forma que por ello y la especial devoción que el testigo ha tenido y tiene al Santo fue causa de traer en el Pontificado del Ilustrísimo Señor Cuesta, Obispo y Señor que fue de esta ciudad, breve particular de Roma con indulgencia plenaria por espacio de siete años para todas las personas que quisieron visitar al Santo en sus Vísperas y día propio, con lo que se aumentó mucho mas la devoción, hasta que cumplido el referido tiempo y con motivo de haberse dado facultad por la ciudad para cortar la arboleda que había, roturar y cercar aquel terreno inmediato al Camino Real que se ha hecho huertas de hortalizas, se ha resfriado tanto la devoción de los fieles y tal vez haberse causado en él algunas indecencias, que fue preciso acortar el citado Calvario, rematándolo en el Convento de San Francisco de esta ciudad, donde hoy se mira, dejando solamente en el citado terreno cercada la expresada ermita de San Onofre, y entre dichas huertas como en el día permanece, sin mas hueco que el de un callejón para si algún devoto quiere ir a rezar al Santo, quien al presente se halla con tal indecencia que así por lo expresado como por lo húmeda que se halla dicha ermita y echarse junto a ella inmundicias y no exponer a que se causen maldades ni otros desacatos, tiene por muy conveniente el que se mude la imagen del Santo con su retablo y demás ornamentos que tuviese con la lauda y huesos del bienhechor que construyó dicha ermita, a la de San Roque, inmediata al referido convento de San Francisco u otra que fuese del agrado del Señor Provisor, colocando también en ella la reliquia del Santo, la que habiendo visto y reconocido el testigo con el pie de plata que tiene, advierte ser la misa que siempre habitó en dicha ermita, aunque no ser auténtica por que jamás ha tenido noticia de ella. Que es cuanto puede decir y la verdad por el juramento que ha hecho, leyósele esta su declaración y en ella se afirmó y ratificó . Expresó ser de edad de cincuenta y un años poco mas o menos y lo firmó de que doy fe.

testigo Antonio Aranz

En dicha ciudad dichos día mes y año, yo el referido notario hice parecer ante mi mas por testigo a Antonio Aranz, Notario Oficial Mayor del Tribunal Eclesiástico de ella, de quien tomé y recibí juramento que el susodicho hizo como se requiere por derecho, bajo del cual ofreció decir verdad en lo que fuese preguntado y siéndolo al tenor del auto de oficio que motiva esta información dijo: Que tiene por muy útil y conveniente el que la imagen de San Onofre con su reliquia y retablo que se hallan en su ermita extramuros de esta ciudad se trasladen y coloquen con la lauda y huesos del bienhechor que la fundó y tiene entendido se halla enterrado en ella, a la de San Roque como mas inmediata a la ciudad u otra parte donde el Señor Provisor determinase, pues de este modo continuará la devoción, honor y culto del Santo y evitarían las irreverencias que se le han hecho en su ermita, por hallarse ésta en el comedio de una huerta de hortalizas, cercada de piedra, sin mas tránsito que un callejón estrecho que solo sirve para echar basura de personas y caballerías y espulgaderos de gentes, por lo cual y hallarse la referida ermita muy húmeda por la continuación de riegos ha advertido el testigo haberse perdido en gran parte la devoción al Santo y tiene también por conveniente que se demuela aquella y se aprovechen sus materiales, en lo que el Señor Provisor determinase también. Que es cuanto puede decir y es la verdad por le juramento que ha hecho, leyósele ésta su declaración y en ella se afirmó y ratificó. Expresó ser de edad de cincuenta y un años poco mas o menos y la firmó que doy fe.

Traslado definitivo a la ermita de Santa Librada

A pesar del acuerdo adoptado en 1784 de trasladar tanto el retablo y la imagen de San Onofre como la sepultura de su fundador a la ermita de San Roque, dicho compromiso no parece haber sido respetado. Decimos esto porque en 1790 nuevamente vemos que se está dirimiendo que hacer con el retablo y la imagen ‐nada se dice de la sepultura del fundador‐ y finalmente se acuerda trasladarlos a la ermita de Santa Librada en Los Chorrones.

A pesar del acuerdo adoptado unos años antes, aparentemente el retablo con la imagen del santo permanecían en su ruinosa ermita, como nos informa un acuerdo municipal [5] de 1790, en el cual se acordó:

Junta de Ciudad del 14 de Agosto de 1790
En la ciudad de Sigüenza a catorce de Agosto de mil setecientos y nobenta: Estando juntos y congregados según costumbre, llamados y citados por el ministro portero, en la casa consistorial de la Plazuela de la Cárcel, señaladamente los señores Don Joseph Alonso Gamboa y Antonio García Colado, alcaldes ordinarios por ambos estados, Fernando Moreno, regidor decano, Bernardo Sardina, diputado del común, Don Joseph Ventura García Herreros y don Manuel García Galiano, procurador síndico general y personero; Manuel Sardina Serrano, Joseph Puente, Cayetano Serrano, Francisco Alcozer, Hermenegildo Díez, Miguel de Mojares y Gerónimo Martín, unos diputos y otros procuradores ochos de esta referida ciudad y la maior parte de que se compone su junta plena, de que yo el escribano doy fe, y así juntos acordaron lo siguiente:
En esta junta se requirió a esta ciduad con un despacho del Señor Provisor y Vicario General de ella, por el que se le da traslado de la solicitud que han promobido Francisco Bernardino y otros consortes de esta vecindad sobre que se traslade San Onofre a la hermita de Santa Librada, y enterada la ciudad acordó que sin perjuicio del derecho que la ciudad pueda tener u otra qualquiera persona a la hermita de San Onofre, por estar fundada en terreno concegil, y en lo antiguo haber nombrado la misma ciudad persona que cuidase de la dicha hermita, consiente por ahora para ebitar la indecencia y el poco culto que al santo se le da, se traslade este con su retablo a la hermita de Santa Librada y su lámpara y demás correspondientes adornos al santo con la debida cuenta y razón, y con la calidad de que en el caso de que por persona alguna no se acredite tener lexítimo derecho a la dicha hermita, y se desmonte ésta, han de quedar sus despojos a beneficio de la ciudad, para darles el uso que tenga por combeniente y que de este decreto se de testimonio a Francisco Bernardino y consortes, para que en su vista en el tribunal […]
Nos el lizenciado Don Bernardino Ferández Manso, canónigo de la Santa Yglesia Cathedral de esta ciudad de Sigüenza, Provisor y Vicario General Interino de ella y su obispado por el señor Obispo. A la Justicia y Ayuntamiento de esta referida ciudad y demás personas a quien lo infraescrito toque o tocar pueda en qualquier manera: Hacemos saver que ante Nos y en este tribunal se presentó el Memorial del tenor siguiente:
Memorial. Señor Don Bernardo Fernández Alonso, Provisor y Vicario General de esta ciudad y su obispado. Señores Francisco Bernardino, Hilario Martínez, Melchor Jadraque, Josef Fernández Mon, Francisco Canfrán y Gregorio Gutiérrez, todos vecinos de esta ciudad con todo rendimiento hacemos presente a V. S. Que es público y notorio en esta dicha ciudad se halla la Hermita de San Onofre enteramente profanada, sin culto, ni veneración dicho Santo, las puertas abiertas de día y de noche, por lo que han sucedido algunos insultos, como extraher el Santo de su trono y encontrádose en el suelo, ultrajado entre la inmundicia de la Hermita que esta se halla llena con motivo de estar abierta y no haver persona que aga voz a ella, sucediendo algunos lances que causan escándalo notorio sin respetar el sagrado, y la ara fuera de su lugar rodando por dicha hermita y aún fuera de ella como el santo, su retablo echado enteramente a perder, la lámpara la han urtado y unas lacenas [sic] y finalmente dicha hermita está amenazando ruina, como que por todas partes entra el agua, como todo es público y notorio en esta atención y a las razones que llevamos expuestas y mobidos del buen celo y devoción que tenemos a dicho santo suplicados de V. S. como patrono unibersal se sirva concedernos su permiso y licencia para trasladar San Onofre con el retablo y demás que tenga dicho santo en su hermita a la de Santa Librada, extramuros de esta dicha ciudad (para lo que tenemos lizencia del administrador o abad de ella) siendo de nuestra cuenta la función de dicha traslación con la decencia correspondiente; cuyo favor esperamos de V. S. como el que nos mande dar el seguro necesario para resguardo nuestro y en el interin pedimos a nuestro señor que la vida de V. S. muchos años en su mayor grandeza. Sigüenza y julio veinte y siete de mil setecientos y noventa.[…]
Ynforme. En cumplimiento de lo mandado por el Señor Provisor y Vicario General interino en su Decreto que antecede debo decir que haviendo procurado ynformarme de personas venideras es cierto en lo sustancial el relato del memorial adjunto, y que además de lo que en él se expresa son ciertos los inconvenientes que se han seguido en la situación y callejón de la dicha hermita, especialmente en noches obscuras sin que haya bastado el celo de algunas Justicias; por lo que hago juicio se evitarán muchas ofensas a Dios con la supresión de la referida hermita, por lo que así lo contemplo, lo firmo según lo mandado por el Señor Provisor en esta ciudad de Sigüenza y Agosto quatro de mil setecientos y noventa = Don Antonio de Ramos Redondo.

Y por auto que en vista dimos, atento a que hemos tenido noticias que por dicha Justicia y Ayuntamiento se han practicado algunas gestiones en razón de la pretensión introducida por el Memorial inserto acordamos expedir el presente; por cuyo tenor les damos traslado de ella a la referida Justicia y Ayuntamiento para que si tuvieren que pedir, decir o alegar alguna cosa lo executen ante Nos y en este Tribunal por medio de Provisor con prueba bastante dentro de seis días siguientes al de la notificación de ese nustro despacho que si lo hicieran les oiremos y guardaremos Justicia en lo que la tubieren con apercibimiento que pasado dicho término sin haverlo executado procederemos en la causa a lo que haya lugar en derecho, sin para ello más les citar llamar ni emplazar, que por el presente les citamos, llamamos y emplazamos con señalamiento de extrados en forma; y para que tenga efecto la notificación de este nuestro despacho mandamos al Provisor Síndico General de esta referida ciudad que dentro de tercero día de como se a requerido u otra persona a quien toque junte el Ayuntamiento de ella en la parte y lugar que sea[…]

Esta vez parece que el acuerdo sí se llevó a efecto, y en 1875 tenemos noticias [6] de la presencia de un altar dedicado a San Onofre en la ermita de Santa Librada. Nada sabemos de su devenir posterior ni de si llegó a nuestros días.

Vista aérea 1935. En ella se aprecia la huerta de Sigüenza prácticamente sin edificaciones, en vivo contraste con la actualidad

Vista aérea tomada en 1935 de la zona de huertas tras el antiguo convento de San Francisco, hoy colegio y convento de Ursulinas,
donde debió de ubicarse originalmente la ermita de San Onofre.

[1] Gregorio González El guitón Onofre Clásicos Almar, Salamanca 1988

[2] San Onofre, Sección Civil, año 1784, Archivo Histórico Diocesano de Sigüenza

[3] Toribio Minguella, Historia de la Diócesis de Sigüenza y de sus Obispos, Madrid 1913

[4] Archivo Histórico Provincial de Guadalajara, Sección Protocolos Notariales, Notario: Agustín de Cetina, Legajo P2022, año 1622

[5] Acuerdo municipal del 14 de agosto de 1790, Archivo Municipal de Sigüenza. Cita proporcionada por Diego Moreno

[6] Noticia recogida por Pedro A. Olea Álvarez, Sigüenza entre las dos Castillas y Aragón II: Santa Librada y San Sacerdote., 2011, p. 135.

Página principal Histgüeb